El amor es complicado. O eso parece, hasta que llega Mi novio es un oso y te demuestra que la vida es más fácil si te dejas llevar.
Nora se aproxima a los treinta, tiene un gato, un trabajo precario y muy mala suerte con los hombres. No obstante, su vida da un vuelco al conocer a Oso, que es, bueno, un oso. Tras un primer encuentro casual (y algo tenso), ambos empiezan a intimar y estrechar lazos. Y es que Oso es todo lo que Nora buscaba: es atento, protector, cuida de ella y, sobre todo, sabe escuchar. Es cierto que la convivencia a veces resulta un tanto complicada, pero solo es cuestión de acostumbrarse. Nora también se enfrenta a la dificultad de presentar a Oso en sociedad: sus amigas, sus padres y la gente cercana tiene ciertas reticencias a la hora de aceptar a su nueva pareja.
Pero, sobre todo, a lo que se enfrenta Nora es a sí misma y a sus inseguridades: tras un historial de relaciones bastante decepcionante, iniciar una nueva con un oso no abre más interrogantes de los que pueda despertar cualquier otro candidato.
Porque en realidad, lo que cuenta Mi novio es un oso no es una loca fantasía interespecies. Bueno, un poco sí, porque es una característica (casi, casi, una condición sine qua non) del catálogo de Fandogamia, pero eso es solo una pátina superficial, que maquilla con humor y gags tiernísimos y delirantes una historia de amor y crecimiento personal.
Pamela Ribon (a quien ya conocemos de Slam! y Slam! The next jam, ambos publicados también por Fandogamia) desarrolla un romance que se sale de lo corriente. No por el hecho de que uno de los integrantes sea un oso, sino porque asistimos al nacimiento de una relación preciosa, alejada de la toxicidad que se intuía en el pasado de Nora. Una relación a la que es fácil aspirar, y que pasa por diferentes etapas con las que es muy sencillo empatizar. A ello ayuda también el extraordinario arte de Cat Farris, que logra una gran expresividad mediante un diseño cartoonesco, en el que además inserta algunos recursos muy interesantes.
Como ya hemos comentado, se trata de una licencia 100% Fandogamia, puro entretenimiento (se lee en un suspiro) con un poso de trascendencia. Mi novio es un oso te hace reír, pero también te abraza y te envuelve con sus garras y, al final, te deja con una sensación de calorcito en el corazón.