El reconocido músico estadounidense ofreció un espectáculo impecable que reivindicó en el festival madrileño la figura del bajo en el jazz y el funk.
Marcus Miller es sin duda uno de los artistas más influyentes de nuestro tiempo. El que fuera bajista del mismísimo Miles Davis no ha parado de cosechar éxitos a lo largo de su carrera. Dos premios Grammy o haber pasado por los festivales de jazz más importantes del mundo son solo algunos de sus logros.
Madrid tuvo el privilegio de disfrutar este lunes de la música del neoyorkino junto a su talentosa banda. El escenario, el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la capital, dentro de la programación del festival Noches del Botánico, que ya atraviesa la recta final de esta edición.
El de Brooklyn y sus músicos no estuvieron solos para la ocasión. Una auténtica fiesta de música latina y funk antecedió el concierto de la mano del cubano Cimafunk y su banda, que pusieron a bailar a todo el recinto desde los primeros compases. A eso de las 22:30 llegaba el turno para Marcus Miller. El set list lo arrancaba Detroit con esas míticas líneas de bajo entrecruzadas con la trompeta y el saxo alto de Russell Gunn y Donald Hayes.
Los hipnóticos slaps de Miller sobre su bajo penetraban directamente sobre las almas más jazzísticas y funkys del espacio. Perfectamente complementados con los ritmos a la batería de Anwar Marshall, un metrónomo humano de los que tocan con tal elegancia que pareciera que ser músico de jazz es lo más fácil del mundo. A las teclas estuvo Xavier Gordon que ofreció una lección magistral de jazz con piano y sintes.
Homenajes a Miles Davis o Stevie Wonder
Siguieron el reportorio Untamed y February, pero el verdadero protagonista de la noche fue Miles Davis, artista al que versionaron en dos ocasiones durante el concierto. También hubo una cover de Stevie Wonder y su Higher Ground, y Run for Cover de David Sanborn.
Y hubo tiempo para sorpresas. Precisamente con una cover de Davis, Tutu, salieron al escenario Erick Alejandro Rodríguez (Cimafunk) junto a la saxofonista y trombonista de la banda. Armaron en un momento una divertidísima jam que dejó a los asistentes impresionados.
También hubo tiempo para los bises. En el público había dudas de si sonaría la potente Frankenstein, que finalmente se quedó en el cajón. Si que se interpretó la conocida versión de Miller del Come together de los Beatles. Un broche impecable para poner punto y final a una noche en la que el jazz y el funk fueron reyes por unas horas.
