Después de apoyar el estado de alarma en ciudadanos no han andado cortos de reacciones, tanto dentro como fuera del partido, pero ¿Es la estrategia correcta? ¿Podrá llegar a recuperar sus malogrados escaños?
Desde que se posicionara en desacuerdo con el PP hace cerca de un mes, el partido naranja ha sufrido una serie de significativos cambios. Destacan el abandono de pesos pesados como el empresario Marcos de Quinto y el que fuera una de las caras más visibles en la era Rivera, Juan Carlos Girauta. Ambos se mostraron en desacuerdo con la dirección de la organización, viniendo a decir que “se había perdido la esencia del partido”. Y nada más lejos de la realidad.
Estas dos bajas, si bien significativas, las considero, no sólo positivas, si no necesarias. Tanto de Quinto como Girauta eran claros valedores de esta estrategia, con unos discursos más acercados a la derecha conservadora que a un centro democrático. Demostrando una clara incapacidad de adaptación a las diferentes situaciones que la política ofrece.
Si un diseñador quiere modernizar un salón, no puede mantener la mecedora de la abuela ocupando espacio, por muy útil que haya resultado, porque no cuadra con el nuevo estilo. De la misma manera, si un partido quiere renovarse y empezar una nueva etapa con una nueva estrategia, tampoco cuadra mantener a los mismos políticos que dirigieron su caída.
Nuevas caras dan un paso adelante en el partido, siguiendo una nueva línea de actuación: recuperar la moderación. Parece que Inés quiere volver ser ese partido bisagra capaz de dar y quitar gobiernos a uno y otro lado, empezando por el estado de alarma. Algo que, por cierto, no ha gustado a Casado, quien había encontrado en Rivera un compi de manifestaciones y que se esta dando cuenta que, tal vez, Arrimadas no va a querer jugar tanto con él.
Pero, ¿Es buena esta estrategia? Mi respuesta es sí. Un sí rotundo además. Se nos presenta una España tremendamente dividida entre cayetanos con cacerolas y gobernantes indecisos, que no son capaces de mantener una decisión más de tres horas sin rectificar. Una España de extremos, una España de Vox, Podemos y partidos independentistas. Una España con un hueco el centro tan grande, que da para quedarse a vivir. Ese mismo centro que una vez abandonaron y ahora se ven obligados a recuperar.
Me gustaría volver sobre lo que alegó Girauta en su salida del partido, diciendo que no era el mismo del principio. Y no puedo estar más de acuerdo con él, el partido cambió y ahí es cuando tendrían que haber alzado la voz diciendo que no, que el cambio era malo. Justo ahora cuando (parece) que quiere recuperar esa esencia centrista que les dió tan buenos resultados, esta crítica es bastante cuestionable. Sobre todo cuando has sido parte del problema. En este aspecto la dirección lo tiene claro: si no te gusta ahí tienes la puerta.
Tarea difícil se le presenta a la presidenta y a su ya designado segundo de abordo, Edmundo Bal, pues moderación y responsabilidad son dos palabras bastante ajenas a la política estos días, aún siendo más necesarias que nunca. En el caso de conseguirlo, sabiendo mantenerse en una línea centrada en el país y no en azul o rojo, no me extrañaría que repuntase su popularidad entre los votantes.
Igual que buscaba Indiana Jones el arca perdida, donde se encontraban las tablas de Dios, Arrimadas busca centro político y sus votos. Aunque lo tiene más complicado, pues el arqueólogo contaba con un látigo, un sombrero y algo más importante, una musiquilla que gustaba a todo el mundo. No sé como le quedarían el sombrero y el látigo a Arrimadas, pero desde luego necesita una música diferente a la que viene sonando en su partido de un tiempo a esta parte.
