Jumbo, la ópera prima de Zoe Wittock, protagonizada por Noemie Merlant, se proyectó en Sitges como parte de Noves Visions
Esta edición del Festival de Sitges, condicionada – como no podía ser de otra manera – por la crisis del coronavirus, dio inicio el pasado día 8 de octubre. El formato de este año, adaptado a la excepcional situación que vive el país, será híbrida: de esta forma, las películas del programa de esta edición podrán verse en los cines de Sitges, o en el salón de las casas de aquellos que quieran apoyar al Festival y seguir la interesante selección de este año.
Jumbo es la primera película de Zoe Wittock, y forma parte de las seleccionadas en la sección Noves Visions (Nuevas Visiones), en la que participan aquellas películas que, sin desviarse del fantástico y la ciencia ficción, apuestan por experimentar y contar historias diferentes, explorando los formatos y diferentes géneros.
Es el caso de esta película, en la que Jeanne, una joven interpretada por Noemie Merlant (Marianne en la excelente Retrato de una mujer en llamas), se enamora profundamente de una atracción del parque temático en el que trabaja.
Si bien el tema es algo completamente novedoso y original, no lo es tanto la historia que sucede después. Dejando a un lado lo poco común que es ver una relación entre una persona y una máquina, el resto del planteamiento de Wittock va tachando todas las casillas por las que pasan las películas sobre el primer amor, especialmente en un último tercio que se descontrola, se vuelve previsible y cae en demasiados clichés.
Es en las partes en las que explora la relación entre Jeanne y Jumbo (el nombre que la joven pone a la atracción) cuando la película encuentra sus mejores momentos: mediante la dirección, la música, la fotografía, los colores y la iluminación, Wittock consigue que sintamos lo que Jeanne siente y que el espectador forme parte de los vínculos que le unen a la atracción.
Evidentemente, esto no sería posible sin una Noemie Merlant que sigue en estado de gracia, y que consigue, con su interpretación, que una escena en la que se abraza a un trozo de metal o se hunde en un charco de aceite (en un segmento cuya estética recuerda innegablemente a Under the Skin) no se acerquen al ridículo. Jeanne es un personaje que evoluciona, que pasa por diversas fases en la complicada relación que tiene con su madre (Emmanuelle Bercot) y en algo que es completamente nuevo para ella, como es su vínculo con Jumbo.
Además de las películas, uno de los puntos fuertes del Festival de Sitges son los cortometrajes, donde en ocasiones pueden verse las mayores muestras de originalidad, enmarcadas en un formato más accesible para los directores con menos recorrido. Es el caso de Spoon, de Victor Velasco, que en menos de cinco minutos de duración consigue sorprender al espectador y jugar con sus expectativas. Es imposible hablar de Spoon sin mencionar su giro final, por lo que nos limitaremos a compartir su sinopsis: Spoon nos sitúa junto a un hombre de negocios que, mientras se dirige a su centro de trabajo, no consigue quitarse de encima a un joven vagabundo que insiste en ofrecerle una cucharada de sopa.
Otro de los cortos que destacan en la programación online es The Painted, escrito y dirigido por Sasha Sibley. En él, Clive (Mike Ossedryver) intentará expulsar del cuerpo de su mujer a la misteriosa entidad que la posee, y para ello recurrirá a un antiguo ritual espiritista en el que la pintura ejerce un papel clave. The Painted se escuda en su buena fotografía y en una tensión que crece poco a poco, mientras que un final algo previsible y demasiado centrado en los jumpscares reduce su capacidad de sorpresa.
