El Tour Quimera llegó a la capital para reafirmar que la ex concursante de Operación Triunfo tiene un lugar más que merecido en este mundillo.
Cuando salió su disco, Quimera, Alba Reche dejó claro algo: no quería hacer lo primero que se le ocurriese para aprovechar el tirón de Operación Triunfo. Ella ha tenido el detalle de sentarse a componer estrofas con las que dar voz a aquello que ronda su cabeza y le preocupa, además de una clase de mitología griega. Nada de una simple historia de desamor o una rima sencilla que se pueda corear fácil. Y eso es lo que marca la diferencia.
No es de extrañar que la mayoría de ciudades que pisará con este Tour Quimera hayan colgado ya el cartel de sold out. Las salas se le quedan pequeñas. De hecho, la Sala Mon estaba abarrotada, y eso que faltaba público (tiene segunda fecha en Madrid, el 12 de marzo en la Joy Eslava).
A las 9 en punto aparecía en el escenario su banda. Entre ellos, su hermana Marina, que la acompaña como corista. Los primeros acordes de Eco marcaban el inicio de un concierto de poco más de una hora. Un concierto que se hizo corto, pero en el que no faltó nada.
La conexión con el público
En el talent de televisión, Alba fue la segunda finalista. Siempre una de las favoritas, con uno de los fandoms más grandes. Y ellos han recibido el primer trabajo de la artista como si de una obra de arte se tratase.
Si ella pedía que se agachasen, lo hacían. O subir al escenario. A petición de la propia Alba, una fan que estaba viviendo el concierto en primera fila, Lucía, la acompañó en Caronte.
No importaba si lo que sonaba era una versión, como She used to be mine y La Llorona, o si se trataba de un tema propio. Incluso en el momento más divertido de la noche, cuando se atrevió a cantar Rata de dos patas, «para hacer terapia colectiva». Un público entregado con el que ella parece haber estado en contacto durante toda su vida. Porque no, nadie diría que es una recién llegada.
El placer de compartir
Otra de las cosas que la definen como artista es su solidaridad. Y eso no es algo de lo que todos puedan presumir. En sus conciertos podemos traducirlo a uno de los momentos más bonitos. Cuando ella, la protagonista, abandona el escenario para que su hermana haga una versión preciosa de Jealous, de Labrinth.
Otra persona que no quiso perderse el concierto fue Julia Medina. Compañera y amiga, fue la encargada de cantar con ella una de las canciones que más gusta a sus seguidores, Asteria. Y el público no lo esperaba.
De hecho, y como mejor anécdota de la noche, al final del concierto toda la sala coreaba la famosa Este amor ya no se toca, canción que cantaron ambas junto a Natalia en OT. Ellas no pudieron hacer oídos sordos, salieron a bailarla.
JULIA Y ALBA HAN SALIDO A BAILAR ESTE AMOR YA NO SE TOCA pic.twitter.com/KVNwWQqPEf
— BDJDNKDNDKKD (@longlivealren) February 1, 2020
La importancia de las palabras
Además de cantar y saber componer, también es importante saber explicar y contar lo que se ha querido transmitir. Alba lo sabe, y por eso siempre tiene un mensaje que dar. Ya cuando estaba encerrada en La Academia demostró que era una joven madura, feminista y con ideas claras. Ahora utiliza su arma, la música, como la forma más eficaz de luchar.
Es inevitable no pararse a reflexionar cuando coge el micrófono y explica que Lux fue la canción que más le costó escribir. Que no encontraba las palabras para cerrarla porque es su mensaje hacia las mujeres que no han sido bien tratadas. O cuando rinde homenaje a las familias de las personas desaparecidas durante la Guerra Civil con Ares y hace hincapié en «aprender del pasado para no volver a vivirlo».
No sé si solo me pasa a mí, pero estamos tan acostumbrado a encontrarnos con artistas que hacen conciertos de manera automática que cuando nos encontramos con algo así aplaudimos con más ganas. Y desde el corazón. Bendita la revolución de Alba Reche.
