Desde la aparición de Internet a principios de los años 60 hemos vivido una evolución tecnológica aplicable a todos los ámbitos: desde el trabajo que realizamos y/o modelos de negocio que se ofrecen, hasta las formas en las que interactuamos con otros, accedemos a la información o nos divertimos.
Es un hecho que los seres humanos nos adaptamos al cambio de una manera bastante rápida, de ahí que hayamos sabido integrar la tecnología en nuestro día a día. Aunque, como comentábamos anteriormente, no solo los individuos han formado parte del cambio, sino también las empresas que buscan adaptarse para ofrecer lo que demanda el mercado.
No debemos olvidar que hace dos décadas que apareció lo conocido como Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés: Internet of Things). Con IoT nos solemos referir a conexiones realizadas entre diferentes máquinas y/o aparatos electrónicos, logrando una conexión global entre los mismos, como, por ejemplo: los avances en domótica, que permitían controlar todos nuestros aparatos eléctricos con un solo mando o utilizando una aplicación móvil.
Muchos son los avances en este contexto, no obstante, se han seguido aplicando a diversas materias en las que ya no solo requerimos el funcionamiento de los dispositivos, sino que, es necesaria la mano de los humanos, tanto que sin ellos no funcionarían. Está claro que las máquinas pueden realizar diversas funciones, aunque aún queda mucho por desarrollar para que puedan ser comparadas con la funcionalidad de un humano. Por ello, el avance ha dado un paso más hacia delante y hace ya unos años que se viene hablando del Internet de la Gente (IoP, Internet of People), Con este nuevo concepto nos referimos a la producción, interpretación, recogida o ejecución de datos.
De este modo, el IoP representa una amplia variedad de oportunidades en torno a los diferentes negocios, ya que, son los propios individuos los que conocen a sus clientes, generan diferentes experiencias adaptadas a su nicho o toman decisiones. Y es que, cada individuo genera una cantidad enorme de datos que pueden ser interpretados a través de análisis, pudiendo llegar a predecir las conductas de los mismos. No debemos olvidar que gran parte de esta información se comparte a diario en las redes sociales de manera voluntaria, de modo que es accesible para cualquier individuo que se encuentre en la misma red social que el usuario.
Está claro que este nuevo concepto ofrece un amplio campo de oportunidades debido a la relación que se establece entre los dispositivos o plataformas digitales y los individuos, permitiendo obtener información de calidad acerca de los mismos. Sin embargo, no deja de ser preocupante la cantidad de datos personales que se comparten a lo largo del día de manera pública. Dos caras de la moneda que están transformando el mundo a diario.
