El nuevo episodio de Star Trek: Picard nos presenta nuevos personajes, nuevos mundos, nueva mitología sobre la civilización romulana y sobre todo una gran sorpresa.
Por tercera semana consecutiva, el episodio comienza con un flashback: la visita de Jean-Luc Picard (Patrick Stewart) al planeta Vashti durante el tiempo que duró la evacuación de los romulanos. Este nuevo mundo no es nada más ni nada menos que un gran campamento de refugiados donde los romulanos desplazados por la catástrofe viven sus días a la espera de que la federación les encuentre un nuevo hogar.
En Vashti vive la orden de Qowat Milat, un grupo de monjas guerreras romulanas que creen en la comunicación completamente sincera, sin ningún tipo de mentira. Esto es una contradicción con toda la cultura romulana que se basa en mentiras (y lo opuesto al Tal Shiar).
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Dentro de la orden hay un niño pequeño llamado Elnor que acaba de quedarse huérfano. Parece que Picard y él han formado una muy buena relación. El ex capitán le trae una copia de Los tres mosqueteros y juntos juegan con espadas improvisadas.
Esta imagen de Picard se aleja mucho de lo que nos tenía acostumbrado durante La Nueva Generación, cuando no aguantaba tener a un niño cerca. Esta actitud de viejito entrañable puede deberse más a que Patrick Stewart es uno de los productores ejecutivos de la serie que a una evolución de personaje que, por otra parte, no hemos visto.
De nuevo en el presente, Picard vuelve a Vashti en busca de una monja guerrera que sea su guardaespaldas durante la búsqueda de Soji por la galaxia.
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Por otra parte, en el cubo Borg, Soji comienza a preguntarse cuáles pueden ser las intenciones de su nuevo novio de orejas puntiagudas y si pertenece al Tal Shiar. Solo nosotros como público sabemos que su alianza en con otra organización mucho más secreta. Su trama es muy lenta y cada capítulo es más repetitiva. Pueden coronarse como la pareja con menos química de toda la serie y cuando intentan hacerlos adorables solo consiguen ser demasiado cursis y artificiales. Por otra parte, tanto Narek (Harry Treadaway) como su hermana Narissa (Peyton List) ofrecen muchas vibraciones Lannister.
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– Entramos en materia de spoilers –
Un Elnor (Evan Evagora) ya crecido se ha unido a Picard y su tripulación de La Sirena. Hay varias cosas que comentar sobre ellos. Primero de todo, la química que hay ente su capitán Cristóbal Ríos (Santiago Cabrera) y la doctora Agnes Jurati (Alison Pill) no solo como como posible pareja sino como dúo cómico. La ingenuidad de Jurati y el cinismo Ríos provocan varias carcajadas a lo largo del episodio (aunque no olvidemos que la actitud de la doctora sea probablemente fingida y que esté trabajando como espía para la federación o el Tal Shiar).
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Otro descubrimiento de La Sirena son los numerosos hologramas de emergencia que hay, todos con diferentes personalidades, acentos e incluso idiomas, pero todos con la cara del capitán. Durante la breve batalla que tienen en Vashti, Ríos enciende su holograma de emergencia táctica, el EMT o Emmet, de aspecto desaliñado y que conversa con el capitán en español.
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Tantos Hologramas de Emergencia hacen preguntarse al espectador mas veterano si el doctor holográfico de la Voyager consiguió luchar por los derechos de estos al volver de su largo viaje de regreso a casa. Y hablando de la Voyager, cuando en La Sirena consiguen derrotar a la nave enemiga y teletransportan a su piloto, descubren con enorme sorpresa y alegría que se trata de nada más y nada menos que de Siete de nueve (Jeri Ryan) la antigua borg protegida por la capitana Janeway y una de las figuras troncales de Star Trek: Voyager.
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– Fin de spoilers –
Este ha sido el mejor episodio de la serie hasta fecha y como no podía ser de otra manera, ha sido dirigido por Jonathan Frakes, un director consumado y más famoso en este universo por interpretar a Will Riker el número uno del capitán Picard en La Nueva Generación.
En cuanto a los personajes, Soji está comenzando a pecar de Mary Sue mientras que Picard parece alguien completamente diferente a lo que fue. Sin duda entre todos destacan el capitán Ríos que, aunque tanto su historia de fondo como su personalidad puedan ser algo que hemos visto ya varias veces, no deja de ser un personaje refrescante y con varias dimensiones. Además, la interpretación de Santiago Cabrera cambiando de acento, gestos e incluso idioma cuando hace de diferentes hologramas, no pueden sino mejorarlo.
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En cuanto a la trama, cada episodio se siente como un preludio de algo que nunca llega a ocurrir. Es agradable ver elementos tradicionales romulanos, como los peinados y la ropa, que le dan color a la estética de esta nueva serie, caracterizada por colores oscuros y diseños austeros.
