Primero fue el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, ahora la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán. Donald Trump sigue estrechando lazos con el estado judío y pone en tensión aún más Oriente Medio.
La Guerra de los Seis Días que enfrentó en 1967 a Egipto y Siria contra Israel, con apoyo de Reino Unido y Estados Unidos, concluyó con la ocupación de diversas regiones por parte de Tel-Aviv. Una de las zonas ocupadas militarmente fueron los Altos de Golán. Dicha región es un altiplano levemente montañoso situado en la frontera de Siria e Israel, circundante al Mar de Galilea.
En dicha región encontramos una zona elevadamente poderosa desde el punto de vista estratégico. En cuestión militar, ofrece un colchón respecto a Siria desde donde se puede por un lado establecer un perímetro de seguridad territorial en torno a las primeras ciudades judías; en segunda instancia, su altitud ofrece una panorámica visión de la capital siria, Damasco. Esto provoca la vulnerabilidad de la ciudad ante ataques de artillería, cuya proximidad la hace alcanzable.
En el aspecto económico, las fértiles tierras de los Altos del Golán, sumado a ser el relieve por donde serpentean los afluentes del río Jordán, establecen una tierra rica en recursos naturales claves en la región. Israel extrae un tercio de su agua potable de la región desde 1967, así como la explotación de recursos vinícolas de la región supone un importante input en su producción agrícola.
Desde 1967, los Altos del Golán han sido administrados como una provincia israelí. No obstante, el conflicto ha permanecido incandescente con numerosas escaramuzas en la región entre la fuerza ocupante y Siria.
En este contexto, el máximo dirigente estadounidense y sus concomitones se manifestaban hoy aprovechando la visita del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu en los Estados Unidos. Así volvían a hacer hincapié en una política exterior marcada por la selección y la profundidad. Lejos de la tibieza mostrada por otras administraciones, Donald Trump hace gala de exteriorizar lo que en otros gabinetes fue llevado bajo sombra. El apoyo incondicional e incontestable de Washington a Israel ha sido un constante histórico, cuya oscilación se podía apreciar meramente en el aspecto de la visibilidad. Trump ha entrado como un elefante en una cacharrería y ha olvidado la sutilezas, sabe que quiere ser respetado y para ello se sirve de su capacidad económico-militar para imponer sus designios en materia de política exterior.
A pesar de las incomodidades que podía y ha generado en la región dicha manifestación de reconocimiento expreso, Donald Trump afirmaba hoy martes que reconocía la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, debido a que fueron ganados en “una guerra de autodefensa”. Los vecinos árabes e históricos pugnantes de la hegemonía regional frente al reciente estado judío no han tardado en aparecer: Siria, Irak, Irán, Arabia Saudí, Egipto y Turquía han manifestado su repudio a dicha manifestación pública.
No obstante, esto puede haber sido una muy hábil jugada estratégica de Estados Unidos. La retirada de su ejército de Siria, forzada por la coalición ruso-siria, ha menguado su presencia en la zona. Israel cada vez es más independiente y es capaz de ejercer presión sobre los propios Estados Unidos. En este contexto, quizás haya sido más que hábil aumentar la presión territorial existente, debido a que que mañana miércoles se debate si prorrogar la presencia de la FNUOS en la región, un cuerpo de la ONU destinado a mantener la neutralidad del territorio. Dicho debate tendrá lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y con ello, Estados Unidos puede haber forzado a los miembros permanentes y con capacidad de veto a prorrogar la presencia de dicho contingente en la zona.