Ya han pasado más de diez días desde que Isabel Díaz Ayuso tiñera de azul el mapa de la Comunidad de Madrid en las elecciones celebradas el 4 de mayo, y el debate acerca de lo ocurrido sigue presente en la opinión pública. La victoria de Ayuso no es una victoria más de la derecha en la Comunidad de Madrid, a pesar de que este es uno de los fortines del Partido Popular. La candidatura de Ayuso ha logrado algo que, muchos politólogos, consideran inédito en las últimas décadas: ser transversal en todos los tramos de edad y captar voto tanto del resto de opciones de la derecha -ha «afixiado» a Ciudadanos hasta su desaparición de la Asamblea de Madrid y ha frenado el ascenso de Vox que se venía produciendo en el resto del territorio nacional- como de partidos de la izquierdas, entre ellos hasta 100.000 votantes que en las últimas elecciones habían votado al Partido Socialista, según informó GAD-3. Un golpe en la mesa que ha aupado a Ayuso como líder indiscutible al frente de la Comunidad de Madrid y que pone en aprietos a Pedro Sánchez, en su habitual guerra con Madrid.
Más allá de datos, que muchos de ellos aún se desconocen o no se han analizado en profundidad, es importante realizar un análisis más profundo de lo ocurrido, especialmente con el votante joven madrileño que en estas elecciones ha votado mayoritariamente al Partido Popular. Precisamente el PP venía arrastrando un prejuicio sobre el estereotipo de votante que le apoya en las urnas. «Al PP sólo le votan los viejos» o «los jóvenes son de izquierdas» son dos frases que el Partido Popular ha tenido que escuchar en incontables ocasiones. Pero el 4 de mayo, el fenómeno Ayuso ha logrado, entre otras cosas, romper con esos prejuicios y convencer a este colectivo a votar al Partido Popular. De hecho, en Madrid hasta se escucha hablar de «ayusers», como si de Eurovisión se tratara.
Un voto joven que, tras el 15-M y el fin del bipartidismo, se había marchado a Podemos y a Ciudadanos. Y hasta la victoria de Ayuso el 4M, ni el Partido Socialista -ni siquiera Pedro Sánchez aglutinó todo ese voto joven- ni el Partido Popular habían sido capaces de recuperar este nicho de votantes. Pero, ¿qué hay detrás de los «ayusers»? ¿Cuál ha sido la clave para que los jóvenes voten al Partido Popular en estas elecciones? Hay tres factores determinantes. El primero, la identificación de la candidatura de Ayuso con la libertad en un contexto de muchas restricciones por la pandemia. No hay que olvidar que los jóvenes han sido uno de los colectivos más afectados por estas prohibiciones. En segundo lugar, un tono más coloquial e informal -incluido algunos chascarrillos que han sido muy comentados en las redes sociales-, así como un perfil político rebelde -contra el Gobierno- han sido un atractivo indiscutible que ha logrado llevar su candidatura a pie de calle. Incluso algunos negocios de la hostelería colocaron fotografías suyas o dedicaron menús con su nombre.
Por último, el clima de polarización en estas elecciones ha motivado a los jóvenes a posicionarse, a diferencia de la actitud pasiva que muestran en otras ocasiones con cuestiones políticas.
La estrategia de comunicación política de Ayuso -y de su equipo, con Miguel Ángel Rodríguez jugando un papel fundamental- en estas elecciones ha sido clave para que ese posicionamiento se decante hacia su candidatura. El marco de referencia de la «libertad» propuesto por Ayuso en beneficio de los jóvenes, la actividad económica y los trabajadores ha conseguido dejar en un segundo plano los programas electorales y demás propuestas que, en líneas generales, suelen llamar menos la atención a los jóvenes. A pesar de ello, la duda está clara: ¿Conseguirá Pablo Casado y el Partido Popular aprovechar la fuerza del fenómeno de los «ayusers» -en referencia al apoyo juvenil del que goza Ayuso- en la Comunidad de Madrid para dar un vuelvo a la política nacional en las próximas generales?
