El primer debate electoral no ha tenido un ganador, pero sí un claro perdedor: Pablo Casado. Los cuatro candidatos han mantenido las posiciones adoptadas durante la campaña electoral.
El debate electoral en RTVE ha tenido un tono bronco, pero más apacible al de la tormenta que espera mañana en el plató de Atresmedia. Pedro Sánchez se ha rearfirmado como el candidato contra la alternativa de un Gobierno de PP, Ciudadanos y VOX. Ha conseguido mantener un perfil presidenciable y llevarse el minuto de oro: descolocó a Pablo Casado ante la burla al consentimiento expreso de Cayetana Álvarez de Toledo, «no es no, pero cuando las mujeres se sienten coaccionadas, hay ocasiones en las que no pueden decir que no». Se mostró más claro que en otras ocasiones con respecto a los futuros pactos de Gobierno, acusando a Ciudadanos de «decepción» al poner un «cordón sanitario a él y no a la ultraderecha». A pesar, de poder situarse como ganador de este debate, hubo de mantenerse mucho tiempo al contraataque en un «todos contra Sánchez«, más leve por parte de Iglesias.
En su minuto final fragmentó los campos electorales -una estrategia que no suele utilizar la izquierda- pero que ha condensado positivamente su discurso: «Pido que los jóvenes voten por el futuro, las mujeres por la igualdad y el respeto, los mayores que voten por la seguridad, y a todos por la convivencia».
Pablo Casado ha moderado su tono y lenguaje en un intento por parecer menos histriónico, que le ha desdibujado en un debate en el que había que salir a marcar posiciones. Se ha presentado como la alternativa más presidenciable a Sánchez, con apelaciones a la época de Zapatero y a la creación de empleo de los Gobiernos del Partido Popular. Ha recuperado un poco de protagonismo en el bloque de pactos y en la situación sobre Catalunya apostando por la implantación del 155 de forma inmediata. Incluso se ha llevado otro rapapolvo de Sánchez: «Ustedes han apoyado 127 iniciativas con Bildu en el Parlamento vasco ¿De qué color tiene usted manchadas las manos, señor Casado?». Esa moderación seguramente no le ha servido de mucho ya que se esperaba un debate más bronco, en el que Casado podría haber marcado el ritmo, y hacerse con el podium de la derecha. Incluso su minuto electoral ha estado descafeinado: ha apelado a la confianza ciega del electorado, que ya no existe.
Con esta falsa moderación y sin querer entrar en el cuerpo a cuerpo con Albert Rivera, le ha despejado el camino para que Ciudadanos conquiste a la derecha más efervescente que todavía está indecisia entre ellos o VOX. Rivera, en el mismo tono bronco de siempre, ha conseguido con su natural sobreactuación y numerosos carteles, tarjetitas y fotografías -una incluso enmarcada- captar la atención del electorado de derecha. Esto le ha permitido poder confrontar con todos sus rivales, incluso con Pablo Casado, para sorpresa del popular. Ha centrado su discurso en Catalunya y los «pactos» de Sánchez con los independentistas catalanes. Aunque se haya podido pasar de frenada durante el debate, el minuto final con esa apelación a un «Silencio» -inexistente para los espectadores por la música de fondo de RTVE- ha resultado un poco desconcertante, y será carne de meme para Twitter.
Pablo Iglesias ha centrado de forma muy adecuada su discurso en el debate con un tono marcadamente progresista y leyendo artículos de la propia Constitución en varias ocasiones. Aunque ha atacado a Sánchez, ha preferido marcar sus intervenciones en el ataque a la derecha «que solo habla del artículo 155, y no del resto de la Constitución». Ha querido poner al líder de los socialistas frente a las cuerdas al preguntarle sobre un futuro pacto con Ciudadanos, si los números dan. Sánchez no ha respondido, por lo que es una baza que Iglesias seguirá utilizando para movilizar a su electorado. Cabe destacar que su minuto final puede ser la clave en una suma de la izquierda tras el 28a: ha apelado a un electorado que solo Unidas Podemos puede conseguir. Ese electorado no son solo los indecisos -que desconciertan a todas las encuestas- sino los votantes de izquierda que jamás votarán al PSOE y que no han ido a votar porque no hay ningún partido de izquierda que «les represente». Esa apelación a aquellos que «creen que la política no sirve para nada» puede ser fundamental para que Podemos y PSOE logren movilizar a la izquierda.
Un amigo mío me ha dicho que la música del debate le ha recordado a la sintonía de Juego de Tronos. Hasta el debate de mañana pueden ver la serie, si es que han terminado de escuchar el silencio.
