Peripecias ocasionadas por el club verdiblanco en la región manchega
Castilla-La Mancha es una de las regiones de paso por excelencia en la geografía nacional. Cabe recordar que es fronteriza con territorios como la Comunidad Valenciana, la Comunidad de Madrid o Andalucía. De este modo, ha sido una de las zonas más azotadas por la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, esta pieza no va a servir para hablar de cifras de perjudicados. Cuando la actividad cesa, es importante parar y recordar algunos momentos que han formado parte de nuestra historia.
La región manchega no se ha quedado corta y sobre todo en el ámbito deportivo. Ha dejado grandes clubes como el BM Ciudad Real, el Albacete Balompié o el Albali Viña Valdepeñas, entre otras leyendas.
Tampoco podemos olvidar al C.D. Toledo, equipo que apeó de la Copa del Rey al Real Madrid en la temporada 2000/01 y estuvo cerca de subir a la élite durante los convulsos años 90. Durante aquellos años, el Betis jugaba en segunda división y cuando Manuel Ruiz de Lopera se hizo con las riendas del club andaluz.
Su superstición y el odio desmedido al Sevilla F.C era evidente. Por lo tanto, ¿cómo iba a permitir el señor Manuel que el equipo de sus amores fuera un «palangana»? No obstante, debía hacerlo si seguía el reglamento en la mano allá por el 27 de febrero de 1994.
Aquella superstición la justificó alegando que «el Betis tiene mayor antigüedad», obligando a que los locales renunciaran a su indumentaria verde.
El asunto no estaba para bromas. El «Salto del Caballo» había reunido a 5.500 espectadores. Entre ellos, se encontraba el por entonces delegado del Gobierno, Daniel Romero. Él mismo tuvo que pedir paz, pidiendo que el conjunto local jugara con la indumentaria blanca.
El Betis, tras un escándalo bochornoso, pudo jugar con su querido color verde. Pero si ya dio una mala imagen de cara al público, el Toledo se tomaría su revancha personal realizando un partido espléndido. Un gol de Dani en el minuto 30 y otro de Paniagua en el 38 dejaron el duelo visto para sentencia.
Los manchegos ponían la directa hacia la élite, pero el sueño acabó truncándose en la promoción final. Sin embargo, su recuerdo ha dejado una mayor impronta por haber ridiculizado a una cúpula bética esperpéntica.
Joaquín, otro blanco perjudicado.
Sin embargo, no sería el último episodio que protagonizaría el célebre Don Manuel. Era bien sabido su peculiar modo de negociar y uno de sus niños más queridos, Joaquín Sánchez, no iba a pasar inadvertido.
El astro portuense había rechazado en reiteradas ocasiones clubes con cotas más altas como el Real Madrid galáctico o el Chelsea de Mourinho. No era para menos, el Betis estaba ideando un proyecto ganador desde su descenso a segunda en el año 2000 hasta su cenit en 2005 (cuartos en Liga y ganadores de la Copa del Rey).
Pero el bajón mostrado por la entidad en la temporada 2005-06 motivó los sueños de grandeza de Joaquín fuera de Sevilla. La opción era formar parte de un Valencia repleto de compañeros de la selección (Santiago Cañizares, David Albelda, David Silva, Fernando Morientes o David Villa).
Lopera entendía su postura y no iba a facilitarle el traspaso. Quería poner a prueba la obediencia a su persona, usando una claúsula de su contrato que le permitía cederle a cualquier equipo. El Albacete fue el club elegido y tenía 24 horas para presentarse en la ciudad manchega.
El 17 bético se presentó a duras penas en el lugar asignado. Cuando llegó a su objetivo, se encontró con la Ciudad Deportiva cerrada, pero se topó con un agente notarial que debía notificar la llegada del jugador a Albacete. A partir de ese momento, ya pudo convertirse en jugador valencianista.
Por lo tanto, queda demostrado que la tierra de Don Quijote ha presenciado algunos de los momentos más míticos de nuestro fútbol.