Pese a un buen inicio de temporada, el equipo fue desinflándose tanto física como anímicamente a medida que la temporada tocaba su fin.
Si bien el objetivo de la recién finalizada campaña era la permanencia, los buenos resultados y el buen juego de la primera vuelta del equipo hizo que el conjunto vitoriano empezase a soñar con Europa.
La derrota ante el Barcelona en la primera jornada de liga por un contundente 3-0, daba pie a pensar que sería una temporada más luchando por la salvación. Pero los 32 puntos conseguidos en la primera vuelta, que además configuraban un nuevo récord para el club, hicieron pensar en grande no solo a los aficionados, sino que también a la plantilla. Sumando victorias contra equipos fuertes que estarían de mitad de tabla hacia arriba, el equipo vasco pudo verse incluso en el “top 5” en las primeras 12 jornadas.
Iraultza 1921 durante un partido de la temporada 2018/19 del Alavés (@Alaves).
Pero llegó la segunda vuelta, y con ella un golpe de realidad con sabor a falta de ambición. La falta de intensidad en el campo y el visible cansancio físico, unido a la marcha de Ibai, a las constantes lesiones, y a los fichajes que fueron de más a menos y que encima no dieron solución a las carencias de plantilla del equipo, hicieron que el Alavés bajase poco a poco en la clasificación. El equipo se mantuvo en puestos europeos hasta la jornada 32 gracias a la gran primera vuelta realizada, pero el balance de unas 3 escasas victorias y de 10 derrotas en las últimas 19 jornadas hicieron que acabase en el puesto número 11 de la clasificación.
Ha sido un final de temporada que deja con sabor a poco debido a los grandes resultados obtenidos. Aun así el balance es positivo, el equipo supo mantener la cabeza fría y darse cuenta de que su verdadero objetivo era la permanencia y no Europa. Aunque está claro, soñar es gratis, que se lo digan al Getafe si no.
