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Cine

Sitges 2020: Joko Anwar sorprende con ‘Impetigore’

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Fuente: Festival de Sitges

Impetigore, de Joko Anwar, y Get the hell out, de I-Fan Wang, se proyectaron en la 53ª edición del Festival de Sitges

Después de una semana de Festival, hemos podido ver bastantes películas de la selección. Pocas de ellas tardan tan poco tiempo en meterse al espectador en el bolsillo como Impetigore (con permiso de la genial Vicious Fun, aunque por motivos diferentes).

Impetigore comienza con una situación de aparente calma: Maya, una trabajadora de una cabina de peaje habla por teléfono con su amiga mientras va recogiendo los tickets de la poca gente que pasa por la zona a esas horas de la noche. De pronto, un hombre, tras hacerle unas preguntas extrañas, adopta una actitud sospechosa y la situación empieza a tensarse. Tras unos segundos de nervios, el extraño parece que abandona el área. Sin embargo, no pasa ni un minuto antes de que vuelva a presentarse allí, esta vez armado con un machete.

El estilo con el que Anwar dirige la escena sentará las bases de lo que vendrá: el espectador está atrapado en la cabina junto a Maya, por lo que ve lo mismo que ella, oye lo mismo que ella, y siente perfectamente la claustrofobia que siente ella. Cuando el prólogo termina y se da paso a los créditos, ya hemos entrado en la historia: queremos saber por qué ha pasado lo que acaba de pasar y queremos seguir viendo escenas como aquella.

Fuente: Festival de Sitges

Maya (Tara Basro) y su amiga Dini (Marissa Anita), tras el misterioso incidente inicial, viajan al pueblo de origen de la primera en busca de una posible herencia que podría cambiarles la vida. De esta forma, ambas se pierden en el corazón de la selva en busca de un misterioso lugar que Maya no visita desde que era una niña.

Uno de los puntos fuertes de Impetigore es su ambientación. La selva y el pueblo se sienten como lugares extremadamente siniestros y peligrosos, y la niebla impone tanto como los fantasmas que van, poco a poco, haciendo acto de presencia. La historia no da prácticamente momentos de respiro (a excepción de un primer tercio en el que Dini ejerce como alivio cómico), y va hundiéndose en una oscuridad cada vez mayor acompañada de explosiones de violencia y sangre.

Anwar dirige con personalidad y acierto. La cámara es uno más, moviéndose de arriba abajo y hacia los lados junto a las protagonistas, y siguiéndolas en largos travellings, y narra algunas escenas de violencia extrema con mucha elegancia, sin por ello renunciar a otras terriblemente crudas, directas e inesperadas.

Fuente: Festival de Sitges

En la otra cara de la moneda encontramos Get the hell out, de I-Fan Wang. Si Impetigore necesitaba menos de cinco minutos para atrapar al espectador, Get the hell out tarda lo mismo en dejar clara una cosa: si no te gusta lo que has visto en la primera escena, no va a gustarte la hora y media que sigue. Es una película con un tono extremadamente gamberro, que combina el estilo Scott Pilgrim (viñetas de comic, segmentos que son puro videojuego) con una violencia desfasada que no escatima en litros de sangre. Todo esto, además, aderezado con un humor muy propio que no es muy probable que funcione fuera de Asia.

Fuente: Festival de Sitges

Get the hell out nos cuenta la historia de Wang, un guardia de seguridad del parlamento que, junto a Xiong, una parlamentaria, decide desbancar al primer ministro por sus decisiones en torno a la construcción de una planta de residuos tóxicos. Inesperadamente, mientras lo intentan, surge un virus que empieza a transformar a los políticos en zombies.

Get the hell out es una clásica comedia de zombis, con la particularidad del escenario donde se desarrolla: el parlamento de Taiwan. El lugar se ha hecho popular en las redes en los últimos años por las batallas que suelen suceder ahí: los tirones de pelo, los empujones y hasta los lanzamientos de sillas han sido algo usual entre los parlamentarios. Si al escenario le sumamos el mensaje que aparece en pantalla justo antes del inicio de la película («una mala elección en el cine dura 90 minutos, una mala elección en política dura cuatro años«), nos queda claro que el objetivo del director es criticar a la clase política.

Fuente: Festival de Sitges

Entre los problemas de Get the hell out, está su ritmo: es una película agotadora, en la que desde el primer segundo se avanza rapidísimo; los personajes se pasan de histriónicos – imagino que intencionadamente -, y las críticas a la clase política son tan poco sutiles que dejan de sorprender a los veinte minutos. Como comedia no termina de funcionar, y como apocalipsis zombie también se han visto muchos acercamientos más satisfactorios.

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