La 69º edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián presenta en su categoría ‘New Directors’ algunas de las obras de directores jóvenes y debutantes que optan al premio del Jurado Joven
La categoría de New Directors siempre ha sido la más imprevisible del Festival, pues en su cometido de captar nuevos autores es capaz de lo mejor y lo peor en cuestión de minutos. Sin embargo, suele abrir espacios también para nuevas voces en el panorama internacional, de directores con ganas de demostrar que tienen algo que contar y de abrirse un hueco en la industria. Es el caso de Phillippe Gregoire, canadiense de 37 años que presentó en San Sebastián la premiere mundial de Noise of Engines (Le Bruit des Moteurs), su primera película.
En Noise of Engines se nos cuenta la historia de Alexandre, un instructor de tiro en la Escuela de Aduanas de Canadá que ve como de la forma más fortuita posible su rutina y su vida dan un vuelco. Desde ese momento, en el que se ve obligado a abandonar su puesto de trabajo, las cosas no harán más que ir a peor, pues empiezan a aparecer en su pueblo unos sospechosos dibujos sexuales con los que se le relaciona.

Los primeros minutos de Noise of Engines son eléctricos, alternando entrevistas con los trabajadores de la Escuela junto con fragmentos de su formación, en un prólogo que además de orientativo, directo y muy estilizado, es divertidísimo. Las secuencias se suceden de forma orgánica, y el humor funciona perfectamente, además de servir como crítica directa a la política conservadora de armar a los trabajadores y de criticar sutilmente a los vecinos estadounidenses.
Con el paso de los minutos el humor se diluye – o está presente de forma mucho menos constante – para dejar paso a sucesos cada vez más extraños, inconexos, y algo confusos, para terminar recuperando el rumbo cerca del final. La historia se construye sobre las interacciones de Alexander con diversos secundarios, a cada cual más extraño y bizarro (hay algo del absurdo de David Lynch, aunque sin llegar a tales extremos), y la trama va enrevesándose de forma surrealista logrando por momentos grandes secuencias.

Noise of Engines se diluye según avanza y da la sensación de querer contar mucho más de lo que cuenta, aunque lo importante en este caso no es el final, sino el camino, y este permite ver en Gregoire a un autor que, aunque ha intentado abarcar demasiado en una ópera prima que no termina de ser redonda, tiene ideas, estilo y ganas de contar historias.
Distinto es el caso de Aloners (debut de Hong Seong – eun), película que cambia radicalmente el tono y el tratamiento de su personaje principal para contar una historia sobre el auto aislamiento, la pérdida y la soledad. Jina es la empleada del mes en su trabajo, una oficina de atención al cliente de una empresa de tarjetas de crédito. Su madre ha fallecido recientemente, y se refugia en su trabajo y en sí misma. No sale con nadie, no tiene amigos, no tiene relación con sus vecinos; come sola, viaja sola, y lo hace todo acompañada de sus auriculares y su móvil, siempre reproduciendo algo – ya sea música, televisión o videos en internet.

Lo que al principio se retrata como una persona cómoda en su aislamiento y su soledad termina revelando la realidad de muchísima gente: esa comodidad no es real, sino que oculta sentimientos de frustración, de dolor y de miedo a convivir con uno mismo. Jina no puede dormir si no tiene su televisión encendida por miedo al silencio, a quedarse verdaderamente sola. Seong – eun cuenta esta historia con imágenes que poco a poco van llevando al límite a Jina: una nueva y entusiasta compañera de trabajo a la que tiene que supervisar, un nuevo vecino demasiado hablador, o su propio padre, alguien a quien no soporta y que no termina de poder sacar de su vida.

Aloners trata con sutileza todos estos temas sin llegar a ser excesivamente drámatica y sin caer en clichés, y sobre todo contando puntos clave de su historia con imágenes, sin necesitar un guion sobre explicativo que subraye todo lo que vive la protagonista. El espectador puede ver la apatía de Jina, su frustración y sus miedos gracias a una buena interpretación de Jeong Da – eun y a una cámara que se toma su tiempo para mostrar lo que quiere mostrar.
