El cineasta neoyorkino Woody Allen inauguró la 68ª edición del Festival de San Sebastián con su última película, ‘Rifkin’s Festival’
El Festival de San Sebastián puso de largo este viernes su 68ª edición en uno de los años más extraños que se recuerdan para la industria cinematográfica. De hecho, hasta la semana anterior no pudieron anunciarse las medidas de prevención definitivas para público y prensa, temiendo todos incluso por la posibilidad de que el evento tuviera que cancelarse. Su director, José Luis Rebordinos, rechazó desde el primer momento la posibilidad de celebrar el Festival de forma online en caso de que fuera necesario (algo que Sitges sí ha adoptado), por lo que es una gran noticia para el cine y para San Sebastián que finalmente el Festival se esté celebrando.
Y es que pese a la distancia de seguridad, las mascarillas, la nueva forma de sacar las entradas, las sesiones con medio aforo disponible, la ausencia de alfombras rojas o la caída a última hora de algunos de los invitados, el Festival no pudo haber empezado de forma más apropiada: con Rifkin’s Festival, la última película de Woody Allen, ambientada, por si fuera poco, en San Sebastián durante el Festival.
Fuente: Festival de San Sebastián
Wallace Shawn encarna a Mort Rifkin, un exprofesor de cine en la Universidad (con todas las características de los protagonistas allenianos) que se encuentra bloqueado: no es capaz de terminar su primera novela y ve su matrimonio cada vez más perdido. Por si fuera poco, su mujer (Gina Gershon), el motivo por el que viaja al Zinemaldia, parece estar enamorada de un director joven para el que trabaja (Louis Garrell). Mort, harto de ese director con delirios de grandeza y de ver que todos admiran a alguien tan mediocre, se distancia cada vez más de su pareja y conoce a Joanna, una cardióloga española (Elena Anaya), de la que se enamora al segundo.
Rifkin’s Festival está lejos de los mejores trabajos de Woody Allen, algo perfectamente comprensible teniendo en cuenta que tiene más de 80 años y que ha dirigido más de 50 largometrajes. Sin embargo, Rifkin’s Festival sí tiene algo en común con la que probablemente es su última gran película, Midnight in Paris (2011): la admiración por una ciudad y el amor por los tiempos pasados.
Fuente: Festival de San Sebastián
Si en ese caso era Owen Wilson quien se paseaba por las calles de París, enamorándose de Marion Cotillard y visitando diferentes periodos de tiempo siempre mejores que el que le tocó vivir, en este caso es Wallace Shawn quien pasea por San Sebastián, enamorándose de Elena Anaya, mientras visita en sus sueños y vive en primera persona escenas de algunas de las películas más importantes de la historia del cine europeo, películas que, evidentemente, le convencen más que las que se hacen a su alrededor.
Rifkin’s Festival puede recordar a Vicky, Cristina, Barcelona (2008) por sus momentos de anuncio para turistas – y es que sus protagonistas recorren cada uno de los sitios emblemáticos de la ciudad -, pero en este caso Allen no se queda en la superficie y consigue que esos lugares sean parte de la historia. También son parte de la historia los homenajes al cine clásico europeo, presentes en forma de ensoñaciones de Mort: Fellini, Bergman, Truffaut, Godard y Buñuel (entre otros) encuentran fragmentos de algunas de sus obras (adaptados a la vida de Mort) en la película.
Fuente: Festival de San Sebastián
Pese a que en ella pueden empezar a verse algunos signos de desgaste en Allen (especialmente a la hora de escribir a sus personajes), Rifkin’s Festival es una apuesta segura para los seguidores del director, que encontrarán en ella todo lo que les gusta ver sus películas.
