El 23º Festival de Cine Francés de Málaga, organizado por la Alianza Francesa de la ciudad andaluza, acogió el pasado miércoles en el emblemático Cine Albéniz el preestreno de Rock´n´ Roll, la última película del conocido actor y director Guillaume Canet.
Nunca antes me había enfrentado una película con un dualismo narrativo tan escandaloso. Guillaume Canet se pierde en su propio guión, ingenioso en su primera mitad, de tal manera que excede su intención de parodia de sí mismo hasta el punto de convertir la trama en un bodrio patético en la segunda hora de visionado. Canet me ha dejado absolutamente estupefacto, lo reconozco. Tenía todas las herramientas para elaborar una comedia excelente y da la sensación de que, cuando estaba en camino de conseguirlo, se ha boicoteado a sí mismo inaugurando lo que a partir de hoy se podría llamar auto-iconoclasia.
Como he dicho, la primera parte responde a un guión ingenioso, con Canet y su cónyuge, Marion Cotillard, haciendo una parodia de sí mismos en una suerte de ¿Qué fue de Jorge Sanz? a la francesa. Los diálogos y actuaciones entre ambos son brillantes, con una química ante la cámara envidiable, y con un Canet en estado de gracia a la hora de retratar las inseguridades en plena crisis de los cuarenta de un actor encasillado en roles edulcorados y sin chispa. Las situaciones cómicas sobre cómo intenta recuperar los años de juventud de manera infructuosa se suceden en un crescendo magnífico hasta el clímax alcanzado poco después de sobrepasar los sesenta minutos de película, tras los cuales, lo adecuado hubiera sido apuntalar lo desarrollado en la siguiente media hora y resolver en condiciones lo que hubiera sido una película amena, inteligente, rompedora y divertida.
Pero no. Canet optó por dar el patinazo en una especie de intentona dadaísta de ruptura de los cánones cómicos y somete a su película a un experimento de fusión de la mejor sátira francesa con las gamberradas americanas al estilo Scary Movie. El resultado: un engendro bicéfalo que termina aburriendo con bufonadas que se prolongan hasta las dos horas de metraje. Si la intención del afamado actor de Quiéreme si te atreves era transgredir el género, lo ha conseguido, pero no en aras de una obra vanguardista sino a costa de convertirse un un doctor Frankenstein de la comedia cuya criatura exhibe los desagradables pespuntes de una cara mal cosida.