El último trabajo del realizador norteamericano es de los más divisivos de su carrera, aunque sus seguidores acérrimos saldrán satisfechos de las salas
Wes Anderson es uno de los realizadores activos más reconocibles de la industria. Sus encuadres, sus simetrías, sus gamas cromáticas y sus elaboradísimos escenarios destacan por encima de otros rasgos como son su tono humorístico o su recurrente reparto, y permiten al espectador ser consciente de que está viendo una película suya con solo unos segundos de metraje.
En ‘The French Dispatch‘ (‘La Crónica Francesa del Liberty, Kansas Evening Sun’ en España), que se preestrenó en la 69ª edición del Festival de San Sebastián como parte de la sección Perlak, todas estas señas se encuentran representadas en su máximo exponente. Y ha sido precisamente este el motivo principal por el que las reacciones a la película no han sido tan entusiastas como cabría esperar.
Es cierto que la estética ‘andersoniana‘ siempre ha sido clave en su cine – es parte de lo que le hace tan reconocible -, pero en la mayoría de los casos esta forma estaba al servicio de una historia. En Moonrise Kingdom, Los Tenenbaums o El Gran Hotel Budapest, o incluso en una cinta de animación como Fantastic Mr. Fox, había un hilo conductor que impulsaba la historia y que convertía la película en algo más que un «Así es Wes Anderson». No es el caso de The French Dispatch, un trabajo que podría considerarse cien por cien forma.
Esto no será un problema para los fans más entusiastas del director, aunque sí para aquellos que se hayan acercado a su cine por sus historias. Si se busca el tratamiento de la familia de ‘Viaje a Darjeeling‘, la emoción de ‘Isla de Perros‘ o la visión del amor y el desamor de ‘Hotel Chevalier‘ es inevitable que The French Dispatch decepcione.
Y decepciona porque su historia, estructurada de tal forma que define las secciones del periódico que da nombre a la película, no está a la altura. Tras un prólogo y un segmento breve protagonizado por Owen Wilson – quizá el mejor de la película – se suceden tres historias cortas. Ninguna de ellas es especialmente buena, ni sus personajes memorables como sí lo han sido otros en su filmografía. Sí hay en ellas grandes momentos presentes con cuentagotas, pero como bloque no terminan de funcionar ni de dar sensación de formar parte de una misma historia.
Su interminable reparto solo consigue que la presencia de ciertos personajes sea insuficiente: la participación de Saoirse Ronan, Christoph Waltz o Willem Dafoe podría catalogarse prácticamente de cameo, y son Benicio del Toro, Adrien Brody, Frances McDormand y Jeffrey Wright – protagonistas de cada uno de los tres segmentos – los que cuentan con más tiempo en pantalla.
The French Dispatch funciona como una vía para dar rienda suelta a todas las manías y costumbres de Wes Anderson y por ello gustará a los más entusiastas del director. El resto, ya sea el público casual o seguidores del realizador que busquen algo más que artificio, no encontrarán en su último trabajo lo que buscan.