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Por qué ‘El Blues de Beale Street’ no está nominada a Mejor Película en los Oscars 2019

Cartel de la película

El nuevo trabajo de Barry Jenkins opta a 3 premios de la Academia. A pesar de ser favorita en alguno, sorprende que no haya repetido el éxito de ‘Moonlight’

Para bien o para mal, Barry Jenkins no espera ninguna sorpresa de última hora en los Oscars 2019. Este año, su film no va a poder quitarle el premio de Mejor Película a ninguna otra favorita (ni siquiera a la nueva de Damien Chazelle, First Man, que paradójicamente tampoco está nominada). Aún así, el director estadounidense ha mantenido algunas de las claves de su oscarizada Moonlight (2016) para colarse en la gala.

En El Blues de Beale Street, Jenkins adapta el libro del escritor y activista James Baldwin. La historia se narra desde el punto de Tish, una joven afroamericana en el Harlem (Nueva York) de los años 70 que lucha contra la discriminación racial para sacar a su prometido de la cárcel mientras está embarazada.

La película

A primera vista, parecía tenerlo todo a favor en los Oscars. Con Moonlight, compartía la temática racial tan reivindicada desde Hollywood. Además, a esta solamente le bastó el premio a Mejor Guion Adaptado y Actor de Reparto para lograr la Mejor Película, y curiosamente estas son las dos categorías en las que Beale Street parte como favorita (también está nominada a Mejor Banda Sonora, al igual que el anterior film de Barry Jenkins). Así, es cuánto menos curioso que un director y un tema tan aplaudidos en la meca del cine hayan entrado por la puerta pequeña en unas nominaciones donde se echan en falta grandes películas más repartidas en comparación con otros años más competitivos.

Sin embargo, precisamente en comparación con Moonlight se puede encontrar el primer posible recelo de los académicos: El Blues de Beale Street es, por encima de todo, una edulcorada historia del amor. De hecho, en ese sentido tiene más similitudes con La La Land (Damien Chazelle, 2016), y ya sabemos qué le pasó en esta categoría. Lo nuevo de Jenkins impresiona por la cotidianeidad y normalización de sus injusticias (raciales y machistas), pero no perturba e impacta al estilo de 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013) o Moonlight. Tras su visionado, el espectador no sale espantado, sino alegre, aunque esa sonrisa sea un tanto amarga.

El Blues de Beale Street

A pesar de todo, la película confía en el amor. Fuente: eOne

No se trata de que la Academia no premie a las más puras historias de amor. Ahí está la ganadora del año pasado, La Forma del Agua (Guillermo del Toro, 2017). No obstante, aquella amplificaba sus voces reivindicativas a muchos más temas, y no las tamizaba tanto en forma y contenido como hace Beale Street. Además, la película protagonizada por Sally Hawkins contaba con un aliciente más: la originalidad. Del Toro y Vanessa Taylor crearon el amor y la reivindicación de sus mentes y de referencias culturales, mientras que el libro de Baldwin ya fue exitosamente adaptado en 1998. De hecho, De Todo Corazón (Robert Guédiguian) ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de San Sebastián.

El momento

Más allá de la propia película, ya se sabe que los Oscars están influidos por factores externos como el marketing y la sociedad. En un año claramente aperturista (atentos a las nacionalidades de los directores nominados), la Academia puede haber considerado que ya tenía suficientes películas B o afroamericanas nominadas. Con Black Panther (Ryan Coogler, 2018) como el fenómeno social, BlacKkKlasman o Infiltrado en el KKKlan (2018) como el necesario reconocimiento de Spike Lee y Green Book (Peter Farrelly, 2018) como la indie de Toronto, ¿no había hueco para haber subido el número de nominadas a 9? ¿Es esta tendencia una auténtica inclusión o un cupo a cumplir?

El Blues de Beale Street

Barry Jenkins repite claves en Beale Street. Fuente: Annapurna Pictures

El director del film tampoco está exento de su propio contexto. Puede que a la Academia de Cine de Hollywood no le guste repetir tan rápido con sus jóvenes reconocimientos, y por eso se ha quedado fuera también lo nuevo de Chazelle (¿los académicos les han lanzado a ambos por la cumbre de la montaña tras elevarles a la cima?). Incluso en comparación consigo mismo, Jenkins ya contó una historia de amor racial en su debut en 2008 (y en algunos de sus cortometrajes seguía estas líneas). Medicine for Melancholy estuvo presente en los premios Gotham, Mar de Plata e Independent Spirit.

Contrastando con el pasado de los propios Oscars, solamente ha habido 2 casos en su historia en los que un mismo director haya encumbrado dos de sus films al premio a Mejor Película en un período tan corto de 3 años. Se trata además de dos casos tan excepcionales como los de Frank Lloyd (Cabalgata en 1933 y La Tragedia de la Bounty en 1935) y Francis Ford Coppola con las dos primeras partes de El Padrino (1972 y 1974).

Con todo esto sobre la mesa, solamente queda ver si también se lleva otro chasco El Blues de Beale Street en la próxima gala de los Premios Oscars, que se celebrará en la madrugada del domingo 24 al 25 de febrero a las 2:00am hora española.

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