Desde abril del pasado año se ha empezado a gestar la huelga feminista del 8 de marzo, llamada a ser revolucionaria. Será convocada a nivel estatal con el objetivo de romper con lo tradicional para visibilizar el trabajo de las mujeres en todos los ámbitos y se espera superar las cifras de 2017, para ello intensificarán las herramientas usadas hasta ahora. Por lo que animan a la población femenina a parar ese día.
Tras los meses de reuniones mensuales por todo el país, se fueron creando comisiones en todos los ámbitos posibles. Los objetivos son ampliar la visión sobre la igualdad y reconocer el trabajo femenino en todos los ámbitos, ir más allá de pedir sueldos justos, tener una repercusión social y política, no solo laboral.
Apenas unos días después de la huelga comenzaron los preparativos de la siguiente, se movilizaron por los barrios españoles, para dar a respuesta e información a las mujeres que quisieran unirse. Pronto contaron con el respaldo de sindical de CGT, CNT, UGT y CCOO, quienes un juegan un papel clave, sobre todo por el apoyo legal y presión que ejercen. En verano el movimiento feminista se gestaría a nivel estatal.
Con el crecimiento de mujeres sumadas a la causa, los lugares de reunión debían ser cada vez más grandes. Las expectativas de mejores resultados se debían a una organización precisa y cada vez más eran una realidad, los paros parciales del año anterior se convertirían en paros totales. La difusión que se ha hecho ha llevado hasta los rincones menos esperados, no solo por estar presentes en las redes sociales, sino por el boca a boca de la gente. Gracias a esto se han enterado mujeres que usan la red social primaria, la comunicación real física entre los humanos.
Una huelga convocada por y para mujeres.