Tan solo un 0,1 % de peticiones han sido aceptadas, mientras las asociaciones sostienen que «se han cerrado las puertas a los que mas lo necesitan»
Japón aceptó 20 solicitudes de asilo el año pasado, a pesar de que registrara el máximo récord con 19.628 solicitudes presentadas en el mismo año. Ahora el país nipón esta siendo acusado de denegar injustamente solicitudes a personas que lo necesitan urgentemente.
Una política inmigratoria desigual
Desde 2010 Japón permite a la entrada a extranjeros que dispongan de la visa que permite trabajar. Mientras, las solicitudes de los refugiados son revisadas o denegadas. Incluso los casos de personas que huyen de su país, por violencia étnica o peligro de muerte, se encuentran con el estricto muro de la política casi anti-inmigratoria del país asiático.
Medidas más restrictivas
Recientes cambios indican que Japón impondrá nuevas medidas para intentar reducir el numero de peticiones de asilo. Dichas medidas se traducen en «más dificultades» a la hora de solicitar un permiso de asilo, la nueva norma implantada hace tan solo unas semanas, permite trabajar a los inmigrantes que según el criterio japonés tengan un necesidad mayor de asilo.
Las asociaciones piden coherencia
Eri Ishinkawa, presidenta de la asociación de refugiados de Japón (JAR), ha dicho que la nueva regulación es parte de una amplia campaña, encabezada por el primer ministro conservador Shinzo Abe, el cual en 2015 ya había expuesto que se debían «mejorar las vidas de nuestra gente» antes que aceptar refugiados de Siria.
La doble moral del primer ministro japonés
Muchas asociaciones han criticado la hipocresía del mandatario japonés, que recientemente viajo a Lituania para rendir homenaje al diplomático entre guerras japonés Chiune Sugihara, el cual salvo aproximadamente la vida de 6,000 judios en 1940 mediante la concesión de visas japonesas.
El argumento politico
«El gobierno japonés asume que la mayoría de personas que piden asilo cm refugiados,en realidad buscan un permiso de trabajo en Japón » explica Ishikawa, cuya asociación ayuda a 700 personas, principalmente de África, a los cuales se les ha denegado el permiso. «las puertas se están cerrando a las personas que piden asilo .Eso nos preocupa ya que hay muchas otras que realmente son solicitantes de asilo» continua explicando Eri.
Huelgas de hambre de los detenidos
Los centros de detención de inmigración Japoneses también están siendo altamente criticados por la dureza del tratamiento a los retenidos. Al menos 10 personas han muerto en estos centros desde 2006, incluyendo suicidios. En 2016, más de 40 detenidos iniciaron un huelga de hambre en una de los recintos en Osaka, protestaban contra las pobres condiciones de vida y de cuidado médico.
Japón, una sociedad conservadora
Ishinka añade que a pesar de huelgas en contra de las políticas de del gobierno , gran parte de la población mas tradicional japonesa potenciada por sus fuertes valores culturales ven en la inmigración un peligro. «Al gobierno no le gusta la palabra inmigración: porque suena como algo permanente, piensan que cambiaría la naturaleza de la sociedad japonesa».