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Salud

Tipos de ansiedad

Hablar de tipos de ansiedad implica exponer los diferentes trastornos de ansiedad que están incluidos, actualmente, en los manuales de diagnóstico psiquiátrico. Estos, deben ser tratados por un especialista, un Psicólogo. No obstante, conviene antes establecer una distinción entre una ansiedad normal y otra más patológica.

La ansiedad forma parte de nuestro repertorio de emociones básicas. Desde el nacimiento estamos programados para este tipo de respuestas, pues nuestra supervivencia depende a menudo de ellas. Tanto la alegría, como la ira, la tristeza, el asco, … son reacciones agradables o desagradables, las cuales es oportuno y necesario experimentar en según qué circunstancias.

La ansiedad, con sus correspondientes síntomas, surgiría ante un estímulo que consideramos amenazante. De forma tradicional, en la naturaleza, podríamos considerar a un depredador como el principal estímulo estresante o generador de ansiedad. De esta forma, la ansiedad nos prepararía para huir o hacer frente a dicha amenaza. A día de hoy y como seres humanos evolucionados que vivimos en sociedad, los estímulos que generan ansiedad pueden ser muy diferentes y variados: desde problemas laborales y familiares, problemas económicos, conflictos en las relaciones, cambios de residencia, padecer enfermedades,… pasando por pequeños contratiempos y circunstancias que nos afectan, hasta accidentes, guerras, abusos y situaciones que generan un alto nivel de estrés.

De hecho, en las ciudades, los llamados estresores cotidianos son los más numerosos. Son contratiempos más o menos leves y puntuales (prisas, atascos, discusiones o conflictos leves con otras personas, tener que entregar un informe a tiempo, pagar facturas, …). Dada la frecuencia con la que se presentan este tipo de estresores, terminan explicando la mayor parte de la ansiedad que experimentamos en la actualidad.

En estos casos, experimentar cierto grado de ansiedad se consideraría normal y hasta sano. Dicha ansiedad nos permitiría movilizar una serie de recursos para poder hacer frente a todas esas demandas o estresores. Las respuestas de la ansiedad incluyen una variedad de reacciones y cambios fisiológicos dirigidos a afrontar la <<amenaza>>, como aumento del ritmo cardiaco y de la frecuencia respiratoria.

En otros casos, sin embargo, la ansiedad no surgiría ante situaciones en las que es adecuado o sano experimentarla (fobias). Otras veces puede darse de forma muy prolongada y ante estímulos que ni siquiera están presentes (trastorno de ansiedad generalizada). También cuando los niveles de ansiedad son tan exagerados que limitan a la persona en su día a día o incluso llegan a resultar gravemente incapacitantes (trastorno de pánico, agorafobia). En todos estos casos estaríamos hablando de una ansiedad más bien patológica.

Diferentes tipos o categorías de ansiedad

Trastorno de ansiedad generalizada

Es el trastorno de ansiedad que se da con más frecuencia en la población. La persona que lo padece acusa una ansiedad y preocupación excesivas y persistentes (a menudo tiene que ver con el rendimiento laboral o académico). Esta ansiedad se presenta también ante situaciones que no suponen un peligro real para la persona, o cuya intensidad es desmedida en relación a la situación. Para considerar este diagnóstico la ansiedad ha de estar presente al menos durante seis meses.

Algunos de sus síntomas más habituales son: inquietud, fatiga, irritabilidad, tensión muscular, problemas de concentración, insomnio.

Trastorno de pánico

En este trastorno se dan crisis de angustia o ataques de pánico, que son manifestaciones intensas de ansiedad. Durante un ataque de pánico la persona puede padecer una variedad de síntomas como palpitaciones, taquicardias, sensación de ahogo, temblores, mareos, náuseas, miedo a perder el control o a enloquecer, sensación de muerte inminente, escalofríos, etc.

Estas crisis de angustia se presentan a menudo de forma inesperada y recurrente. Para poder considerar el diagnóstico de trastorno de pánico, el sujeto ha tenido que experimentar varias de estas crisis.

Las personas que lo padecen muestran a menudo una preocupación casi constante a volver a padecer un episodio de crisis y están continuamente anticipando que pueda sobrevenirles en cualquier momento.

El trastorno de pánico puede darse con o sin agorafobia.

Agorafobia

Es el miedo a experimentar ansiedad en situaciones en las que escapar puede resultar complicado o embarazoso. También en contextos en los que, en caso de sufrir una crisis de angustia o ataque de pánico de forma inesperada, podría resultar difícil recibir auxilio.

En la agorafobia, la ansiedad se encuentra ligada a una variedad de situaciones y contextos, como salir a la calle, estar en un sitio público (cines, centros comerciales, …), coger un ascensor o un transporte público, permanecer en sitios muy concurridos (manifestaciones), etc.

Es muy habitual que el sujeto tienda a evitar las situaciones en las que anticipa que pueda sufrir ansiedad, por lo que la agorafobia puede resultar muy limitante e incapacitante en la vida de la persona. Cuanto más se evitan las situaciones, más se fijan y generalizan los miedos.

Fobias específicas

En el caso de las fobias, el miedo y la ansiedad se asocian a un estímulo concreto. La persona experimenta ansiedad, no solo cuando está ante el estímulo temido, sino ante su simple anticipación (pensar que al día siguiente va a viajar en avión).

Si el miedo es muy intenso, podría derivar en una crisis de angustia.

Las fobias son numerosísimas. Desde miedo a los animales (perros, arañas, serpientes), a las alturas (volar, puentes, precipicios), a los elementos (agua, tormentas), a las inyecciones y a la sangre, a medios de transporte (coches, trenes, aviones), etc.

Podríamos afirmar que prácticamente cualquier estímulo puede ser potencialmente fóbico, ya que el miedo podría asociarse con dicho estímulo o evento en un momento dado y éste pasaría a ser fóbico.

Dependiendo de la naturaleza de la fobia y de la frecuencia con la que la persona se enfrente al estímulo temido, puede resultar irrelevante o gravemente incapacitante. No es lo mismo padecer una fobia a las serpientes viviendo en la ciudad que en el campo. Tampoco es comparable tener que realizar desplazamientos en avión con frecuencia por trabajo, que coger un vuelo puntualmente por placer.

Fobia social

También conocido como trastorno de ansiedad social (TAS). En este caso el miedo tiene que ver con situaciones sociales. El sujeto que padece este tipo de ansiedad teme ser evaluado o juzgado de forma negativa por parte de los demás.

Los síntomas pueden ir de algunos más leves, como vergüenza, sudoración, rubor, habla acelerada,… hasta otros más severos, como palpitaciones y ataques de pánico.

Como sucede con otros tipos de ansiedad en los que el estímulo que desata el miedo está claramente presente, los sujetos con fobia social tienden a evitar situaciones que implican relacionarse con otras personas o grupos de ellas. A menudo les asalta la preocupación infundada de que los demás puedan tener un juicio negativo sobre ellos.

Conviene distinguir entre esta ansiedad, que consideraríamos patológica, de un cierto grado de ansiedad social o timidez. Esta última la entendemos como normal y adecuada ante determinadas situaciones que implican conocer a otros y relacionarse.

Trastorno por estrés postraumático (TEPT)

Este trastorno surge en aquellos sujetos que han estado expuestos a experiencias en las que ha podido existir peligro de muerte o un serio daño sobre la integridad física (accidentes, guerras, violaciones, …).

Como en el caso de las fobias, las personas que padecen este tipo de ansiedad no siempre han vivido en primera persona la situación generadora de miedo; a veces el sujeto ha sido un simple espectador o le han transmitido la experiencia. En cualquier caso, lo ha experimentado con un impacto emocional importante (temor, horror o desesperanza intensos).

Es habitual que el sujeto vuelva a experimentar, a través de pesadillas o incluso estando despierto, algunos eventos o aspectos relacionados con el acontecimiento traumático. Incluso pueden aparecer flashbacks (reacciones en las que el sujeto revive la experiencia a través de alucinaciones).

Como en otros trastornos, hay una tendencia a evitar situaciones y estímulos relacionados con la situación traumática.

Trastorno obsesivo-compulsivo

En este trastorno la persona sufre ansiedad ante ideas, pensamientos, impulsos o imágenes mentales (obsesiones). Este tipo de preocupaciones no tienen que ver con la situación actual del sujeto, como un problema familiar o laboral. Así mismo, generan un malestar notable e interfieren de forma significativa en la vida de quien lo padece.

Las obsesiones a menudo están asociadas a otras conductas o comportamientos que van dirigidos a prevenir o reducir el malestar que producen las mismas. Esto se conoce como compulsiones. Las compulsiones pueden ser conductas (lavarse las manos repetitivamente, comprobar si se ha cerrado la llave del gas, …) o actos mentales (repasar mentalmente algo que tiene que ver con la obsesión, rezos, …). Las compulsiones, además de su carácter repetitivo, se suelen realizar en un orden estricto e incluso de forma ritualizada.

Al igual que en las fobias, la propia persona reconoce con frecuencia que estas preocupaciones u obsesiones no responden a temores reales o justificados.

Ansiedad por separación

Se considera esta condición cuando la persona experimenta una ansiedad intensa ante la separación del hogar o de aquellas personas con las que tiene un fuerte apego, como los padres o la pareja. También ante la sola idea de perder a estas figuras o a que sufran algún daño. Esto se traduce a menudo en una preocupación recurrente, rechazo a permanecer separado e incluso a dormir solo.

Conviene distinguir este tipo de ansiedad de la que experimentan los niños las primeras veces que son separados de sus padres. Esta última la entendemos como algo normal dentro del desarrollo de la persona.

Las personas que padecen ansiedad por separación ven muy limitado su desempeño, ya que en muchos casos no se encuentran capaces de realizar actividades por sí solos y necesitan estar acompañados en todo momento.

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