La última película de Carlos Marques-Marcet, laureado ayer con el Premio Málaga Talent que otorga el 23º Festival de Cine de Málaga, será proyectada esta tarde en la capital malacitana dentro de la sección Málaga Premiére. La mort de Guillem narra un suceso real, la muerte de un joven antifascista a manos de un grupo de neonazis en los 90, y de la tragedia que supuso para su familia. Hemos tenido la suerte de poder hablar con la actriz Gloria March, que encarna a la madre de la víctima.
Hace un bochorno considerable en Málaga. La zona de prensa está desierta. Todos los periodistas andan tras alguna de esas declaraciones tan elocuentes que suele brindar Marques-Marcet. Espero pacientemente a mi cita de la una y cuarto del mediodía con todo el estoicismo que el sol de Málaga me permite. Al fin aparece y lo primero que pienso es que Gloria March tiene ese empaque de la actriz curtida en teatro. Sus ojos son grandes y expresivos; su mirada, serena y penetrante, sostenida en todo momento. Su presencia en redes es austera, discreta. Pienso que, una vez más, a Marques-Marcet la fama le importa un bledo. Es un meritócrata.
P. ¿Qué nos vamos a encontrar durante el visionado de La mort de Guillem?
R. Pues con una película muy dura, basada en el asesinato de Guillem Agulló a manos de unos neonazis, en el juicio posterior y en el duelo de su familia. Es un hecho que sucedió hace ya unos treinta años y que ha permanecido, en cierto modo, dentro de un cajón y que se hace necesario hoy día sacarlo de nuevo a la luz, ya que sigue siendo un tema, desgraciadamente, muy actual.
P. ¿Quién es Carmen Salvador, tu personaje, y cómo fue el proceso de preparación del mismo?
R. Carmen es la madre de la víctima, la madre de Guillem. Tuve la suerte de conocerla y de preparar el personaje junto a ella hasta el punto de sentir pudor al entrar tanto en su vida íntima. El visionado de imágenes, entrevistas y ruedas de prensa de la época fue de gran ayuda también. Acabé hecha polvo porque era un personaje muy exigente y necesité un mes y medio para recuperarme.
P. Es un guión muy duro basado en suceso muy trágico. ¿Cómo fueron tus sensaciones tras una primera lectura?
R. Yo tenía 12 años cuando mataron a Guillem y vivía en el pueblo de al lado, por lo que la historia no me pillaba de primeras, pero aun así pasar de la frialdad de una noticia a involucrarse emocionalmente en la tragedia familiar es un paso muy grande y fue muy duro. Llegué a pensar que no iba a ser capaz de hacerlo.
P. ¿Qué tal ha sido trabajar con un director de la talla de Carlos Marques-Marcet?
R. No había hecho mucho cine previamente, he estado más centrada en el teatro. De modo que cuando me llamó para proponérmelo no me lo creía. Carlos tenía una visión de mí que ni yo misma tenía. Me ha dejado sorprenderme y llegar a límites inesperados. Se involucra mucho y no te suelta nunca de la mano. Siempre estaba con nosotros, con los actores; ha sido muy cercano. Todos los méritos de nuestra interpretación han sido en gran parte gracias a él, a su generosidad, al dejarnos crear de manera orgánica a los personajes. Ha sabido escucharnos.
P. Como has mencionado antes, también ejerces como actriz de teatro. ¿Qué te aporta el cine a nivel profesional que no te aporta el teatro y viceversa?
R. En el cine se puede hacer más zoom en el personaje, pero el teatro tiene una unión casi mística con el público. Es parecido a una liturgia. Quiero seguir haciendo las dos cosas siempre que pueda.
P. ¿Sueles seguir algún método en la preparación de un personaje? ¿Eres más de Stanislawsky, de Grotowski, de Meyerhold…?
R. Utilizo todos y ninguno. Me hecho mi propio popurrí y no sigo ninguno a rajatabla. Al final una se crea sus propias estrategias y se nutre de la propia experiencia.
P. ¿Crees que el futuro del cine y de las artes escénicas se verá muy afectado en el futuro cercano por toda esta crisis del coronavirus o que sabrá adaptarse a esta situación?
R. El teatro y el cine siempre ha estado, lamentable, en una esfera de precariedad en este país, de modo que esto es otra prueba más. Por otro lado, nadie se ha contagiado por acudir al cine o al teatro gracias a las medidas de seguridad y debemos seguir en esa dirección. Esto nos va a afectar económicamente puesto que la sanidad siempre va a tener prioridad con respecto a la cultura y es algo natural y necesario. Sabremos adaptarnos, claro, pero siempre somos los artistas los últimos tontos al final de fila de pago.
