Amaia pasó el jueves 19 de mayo por Sevilla como parte de su gira «Cuando no sé quién soy» con un espectáculo imprescindible
Un piano iluminado por un foco de luz blanca. Con eso le bastó a Amaia para abrir su concierto en Sevilla. Lo hizo, como no podía ser de otra manera, con Bienvenidos al show. Ya anticipaba la pamplonica lo que el público iba a poder disfrutar durante el espectáculo cuando cantaba aquello de «quedan solo tres minutos para abriros de una vez mi corazón».
Instantes después, al romper la canción, la artista abandonaba el piano para levantar a sus fans de sus asientos, acompañada ya por su banda. Y este inicio de concierto bien puede resumir lo que fue la actuación de Amaia. Hubo momentos en los que nos hizo bailar y cantar (lo hizo al ritmo de Dilo sin hablar, Quiero pero no, Yo invito o La canción que no quiero cantarte, que cerró el show, entre otras).
Pero logró también encoger el corazón de los presentes, como cuando su voz rompía el silencio del auditorio para hablarnos de ese parque de su Pamplona natal que lleva por nombre Yamaguchi, acompañada solo por su guitarrista.
Además, mientras Amaia tocaba Nadie podría hacerlo, un sol (o una luna, depende de cómo se mire) comenzó a descender desde el techo para convertirse en parte fundamental de la actuación. Esa fue otra de las notas características del concierto, una iluminación muy cuidada que ambientaba a la perfección todas y cada una de las canciones, logrando una atmósfera increíble.
Desde El Relámpago hasta Avemaría
Sentada de nuevo al piano, tocó tanto canciones de su último trabajo, Cuando no sé quién soy, como también algunas de las «antiguas», es decir, de su primer disco Pero no pasa nada. Cantó desde El Relámpago a La persona, pasando por Todos estos años, Pesimista, y versiones de La canción que no quiero cantarte, Avemaría y hasta Fiebre, de Bad Gyal.
Otro de los momentos más emocionantes de la actuación se produjo en Yo invito, cuando los espectadores comenzaron a iluminar con sus linternas la oscuridad del auditorio. Amaia, emocionada, les cedía el micrófono para que la acompañasen en la canción.
Tras Quedará en nuestra mente, el concierto iba tocando a su fin, aunque aun quedaba tiempo para las últimas canciones. Entre ellas, una de las canciones mejor recibidas del último disco de la cantante, la versión de Santos que yo te pinté de Los planetas. Finalmente, Amaia se despedía con La canción que no quiero cantarte, esta vez acompañada por su banda, ante un público entregado que ya no aguantó sentado la parte final del concierto.
Un espectáculo con mayúsculas
Brillaron sobre el escenario los adornos de su traje, como también deslumbró ella sobre las tablas del Cartuja Center. Hasta dos veces se levantaron los asistentes de sus butacas para ovacionar a la pamplonica, que agradecía una y otra vez a su público el haber venido.
Y es que Amaia presentó en Sevilla un espectáculo muy trabajado, muy completo y muy emocionante. Cantó aquello de «puedo hacerte la vida imposible», pero más bien logró todo lo contrario. Y, lejos de «esconder su corazón en un lugar secreto», el jueves se lo mostró a un público que supo cómo agradecerlo. En fin, Amaia canta, baila, y es mucho más que eso. No se la pierdan.
