El Ejército de Israel y las milicias palestinas Hamás y Yihad se enfrentan, a los ojos del mundo, en la mayor y más violenta escalada en Oriente Próximo desde el conflicto de 2014.
Si bien, la nueva ola de violencia que azota Israel y la Franja de Gaza parece deberse a los recientes enfrentamientos producidos por el exceso de vigilancia israelí hacia los palestinos durante el Ramadán en la Mezquita de Al-Aqsa —lugar más sagrado para los musulmanes después de La Meca y Medina —, lo cierto es que Israel ha infringe las leyes internacionales en una serie de aplastantes derrotas hacia los palestinos desde que se creó como Estado en 1948, y aún no se ha declarado como vencedor.
En esta ocasión, y tras más de 15 años de enfrentamientos a través de las alambrada que separan Gaza de Israel, el detonante definitivo ha sido las amenazas por parte de Israel por sacar a los palestino de sus hogares en Sheikh Jarrah — los asentamientos israelíes en tierras ocupadas a los palestinos han ido en aumento a lo largo de los años—, no solo es la luz, y en ultima instancia la intromisión en sus eventos y monumentos religiosos, que para el pueblo de Jerusalén, más que una cuestión religiosa, son fruto de verdadero sentimiento patriótico y nacional.
Los palestinos, en definitiva, no soportaron la tensión y Hamás dio el paso, inusual para ellos, de emitir un ultimátum a Israel para que retirara sus fuerzas del complejo de Al-Aqsa y de Sheikh Jarrah, y luego procedió a disparar cohetes contra Jerusalén. Posteriormente, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tuiteó: «Las organizaciones terroristas en Gaza cruzaron una línea roja… Israel responderá con gran fuerza”. Todo apunta a que el conflicto se alargara nuevamente.
Por su parte, EEUU ha enviado a un mediador a la zona mientras frena la adopción de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque Biden asegura que “Israel tiene derecho a defenderse de los ataques”. Al otro lado, la UE, que pide el fin inmediato de la violencia actual. “Debe hacerse todo lo posible para prevenir un conflicto más amplio, que afectará, ante todo, a las poblaciones civiles de ambos lados”. Europa lo sabe, y el mundo entero también.
Finalmente, las cifras de muertos siguen subiendo, y ya son más de 103 los palestinos fallecidos, de los cuales, 27 son niños. El temor por otra guerra a gran escala sigue aumentando y el mundo entero y los países, uno a uno, contemplan en silencio desde la lejanía. No se pronuncia, para no quedar salpicados, en una guerra contra los derechos humanos y el abandono a miles de familias sin recursos. Las bombas caerán lejos, pero no tan lejos.
