En la actualidad, y tras el visto bueno por parte de la Unión Europea para la concesión de los tan ansiados fondos de reconstrucción, deberíamos tener en cuenta que el destino de los fondos (o por lo menos de una parte de ellos) tendrían que repercutir en políticas para la concordia nacional.
Para los españoles de nuestra generación, el concepto de concordia está íntimamente ligada a la figura de Adolfo Suárez, primer presidente de la democracia. Su lápida donde figura la más icónica de sus frases, “La concordia fue posible” es fiel testigo de que en los momentos más cruciales de nuestra historia, tanto España como los españoles nos acabamos estrechando la mano cuando somos conscientes de que nuestros destinos están íntimamente ligados dentro de una Europa heterogénea y un mundo en permanente cambio.
La esperanza de que la crisis del COVID-19 nos iba a fortalecer como país quedó descartada en los 15 primeros días de confinamiento, ya que ni la ciudadanía ni nuestros representantes políticos estuvieron a la altura. Ni los ciudadanos estuvimos acertados haciendo magdalenas cuando las colas del hambre crecían ni la clase política acertó tirándose a la piscina del optimismo.
En la actualidad, y tras el visto bueno por parte de la Unión Europea para la concesión de los tan ansiados fondos de reconstrucción, deberíamos tener en cuenta que el destino de los fondos (o por lo menos de una parte de ellos) tendrían que repercutir en políticas para la concordia nacional y ello no son simples asignaturas de instituto que divagan de ley de educación en ley de educación sino de sentidas reformas institucionales y sociales capaces de generar una serie de consensos con el claro objetivo de mantener durante un tiempo prolongado una paz social tanto necesaria como urgente.
Negar o maquillar el hecho de que en nuestro país existen dos Españas (una a la derecha y otra a la izquierda) es negar tanto nuestra historia como a nosotros mismos y todo político que hable “desde el centro” demuestra que ni tiene idea de España ni tiene “una idea” de España. Las dos Españas, ya sea en forma de bipartidismo o bibloquismo, regulan y regularán afortunadamente tanto nuestra política como nuestro ordenamiento constitucional y este escenario no es incompatible con la creación de consensos y la construcción de una concordia nacional robusta y consolidada.
La ciudadanía tiene que ser la encargada de aportar la melodía y la clase política ha de poner la letra de una canción con la que marcar el compás de nuevos desafíos que han de llegar en el medio-largo plazo.
Antonio Machado decía que en los trances más duros los señoritos invocaban a la patria y la vendían, sin embargo, el pueblo la compraba con su sangre, la salvaba y ni siquiera la mentaba. Cambien la palabra “patria” por la palabra “concordia” y entenderán mejor todo lo que está pasando.
