Brenda Chávez nos explica el modo en el que opera la moda convencional, así como su impacto ambiental y social. Además, nos da las claves para cambiar el rumbo hacia un modelo de negocio capaz de conciliar la ética y la moda
La periodista y escritora Brenda Chávez, comenzó su andadura profesional escribiendo para las publicaciones de moda más prestigiosas del país llegando a alcanzar el éxito al ocupar el puesto de redactora jefe en Vogue y la subdirección de Cosmopolitan. Fue durante esta etapa cuando cambió su visión de la industria textil y decidió emprender su labor hacia la investigación en consumo y sostenibilidad con la misión de destapar los entresijos e impactos medioambientales y sociales que esconde el sector.
Actualmente, forma parte del colectivo femenino de periodistas de investigación Carro de Combate y escribe para medios como el El País o El Salto, entre otros. Además dirige la sección de consumo sostenible Consuma Crudeza, en el programa de radio Carne Cruda. Algunos de sus libros más relevantes son Tu consumo puede cambiar el mundo y Al borde de un ataque de compras.
TJ: ¿En qué se fundamenta la moda sostenible?
BC: La moda sostenible es una realidad emergente que viene a paliar las disfunciones del sistema de moda convencional. En primer lugar, el pilar social implica el respeto a los trabajadores involucrados en la cadena de valor, pero también el respeto a los consumidores de no proporcionarles productos con sustancias potencialmente tóxicas para la salud y el medioambiente. La moda se deslocaliza a la otra parte del mundo en zonas donde están permitidas una serie de sustancias nocivas que están prohibidas en zonas como Europa, pero que al venir para acá nos la acabamos poniendo. En segundo término, el pilar medioambiental se fundamenta en el respeto al entrono y al medioambiente, es decir, no contaminar a lo largo de la cadena de producción o tratar de paliar esos impactos en la medida de lo posible. Y por supuesto, para que esto sea viable debe existir el pilar económico.
TJ: Sin embargo, la norma imperante en nuestros días es la prevalencia del pilar económico…
BC: Efectivamente, la moda actual solo se está centrando en su pilar económico. Vivimos en un plantea de recursos limitados, Global Footprint nos dice que consumismos 1,7 tierras en recursos al año, es decir estamos consumiendo y produciendo por encima de la capacidad de la tierra para renovarse. Si esta tendencia continua, en 2030 serán 2 tierras y en 2050 serán 3 tierras. La industria de la moda tiene que reducir las ventas y no solo pensar en su pilar económico sino también en el respeto social y medioambiental que debe haber detrás de sus productos.
JT: ¿Cuáles son los impactos más perjudiciales con el medioambiente procedente de la industria de la moda?
BC: Sus impactos ocurren desde la extracción de las materias primas que pueden ser naturales o sintéticas. Si proceden de cultivos intensivos, muchas veces o son monocultivos o utilizan pesticidas, herbicidas insumos industriales que acaban contaminando el suelo, el agua y a los trabajadores dejando residuos en esas fibras que luego nosotros nos acabamos poniendo. Si estamos hablando de ganadería industrial; la mayor causa de violencia animal en el mundo, donde por norma general esos animales están hacinados sometidos a unas condiciones increíblemente crueles de temperatura, luz, hacinamiento y aceleramiento de sus metabolismos. Si por el contrario, se trata de materiales sintéticos como el PET y el poliéster debemos saber que provienen del petróleo; un recurso limitado. No olvidemos que el petróleo junto con el carbón y con el gas forman parte de las energías fósiles que son la mayor causa de cambio climático.
TJ: ¿Y en cuanto a los impactos derivados de los teñidos y de la actividad logística?
BC: Existen fenómenos de aldeas tóxicas en zonas próximas a las fábricas ubicadas en países asiáticos donde la incidencia de enfermedades como el cáncer o la leucemia se da en cifras muchísimo más altas. Además, debido a los vertidos de sustancias nocivas, los ríos se tiñen del color de la temporada acabando con la biodiversidad del entorno. Otras técnicas de acabado como el sandblasting provoca silicosis en los trabajadores. En cuanto a las emisiones producidas por su actividad logística, pensemos que la industria está prácticamente deslocalizada, de modo que, esa ropa del otro lado del planeta genera todas unas emisiones en transporte y unos impactos increíbles, a los que hay que sumar los impactos en consumo energético proveniente de las multitudinarias tiendas y el consumo de agua, de hecho la moda es la segunda industria más demandante de agua.
TJ: ¿Qué puede hacer la industria para transformar su modelo de negocio en prácticas más responsables?
BC: Para revertir este sistema hacia un modelo sostenible, si repasamos la cadena de producción tendríamos que cambiar los pesticidas y sustancias tóxicas por cultivos ecológicos, si usamos materiales sintéticos tendrían que ser materiales sintéticos reciclados, es decir recuperar el poliéster que ya existe en la faz de la tierra con unos procesos de eliminación y de neutralización de tóxicos y reutilizarlos para no gastar más recursos fósiles.
Por otro lado, debería ser una industria no deslocalizada o que lo esté lo menos posible para no tener ese tipo de emisiones de carbono. En cuanto al factor humano, según el Informe Salarios Dignos de 2019 de Ropa Limpia, todas las grandes marcas están pagando salarios indignos o ni siquiera están informando de lo que están pagando. Existe una tendencia generalizada en la que las cadenas de producción son muy opacas, por lo que es fundamental la conversión hacia un modelo basado en condiciones laborales y salarios dignos y en la transparencia. Por supuesto, si estamos hablando de tejidos de origen animal, estos animales no deberían sufrir un maltrato físico.
Por último, debería producirse muchísimo menos aquello que se vaya a vender y desde luego generar procesos circulares, es decir, de recuperación de esos textiles que se van a perder o van a acabar en los vertederos.
