Estas variedades ofrecen beneficios productivos a corto plazo, floreciendo sin iluminación externa constante y sin exigencias nutritivas.
Aunque la gran mayoría de la ciudadanía española no reconozca el término “autofloreciente”, es muy usado en otras partes del globo. Las semillas autoflorecientes es el nombre dado a las distintas variedades de cannabis que no dependen de una duración concreta y establecida del fotoperíodo para modificar su etapa. Estas variedades cambian del ciclo vegetativo al reproductivo. Comienzan a florecer al realizar un periodo fijo de vegetación completo. Ese periodo oscila entre los 27 días y los 45 días, en función de la diversidad. Lo contrario a estas son las conocidas como “fotoperiódicas”.
Utilidades y obstáculos en su uso
Las distintas diversidades autoflorecientes son las más adecuadas para aquellos cultivadores nóveles que buscan una producción lo más rápida posible. Como todo en este planeta, propone una serie de pros y otra de contras.
Dentro de las ventajas de estas variedades, se encuentra la rapidez en su producción y ciclo de vida. La gran mayoría terminan su ciclo en la misma cantidad de tiempo que las variedades fotoperiódicas tardan en florecer entre siete y diez semanas. Otra de las ventajas, y esta por partida doble, tiene que ver con la iluminación de las mismas. Las exigencias para su iluminación son sencillas y no acarrean problemas de contaminación lumínica, ya que son variedades que no obedecen a la iluminación externa, sino que florecen cuando están listas. La última de las ventajas está relacionada con la disminución en el uso de fertilizantes. Estas variedades se desarrollan en suelos con pocos nutrientes y no necesitan una compleja estrategia nutritiva debido a su naturaleza robusta.
Los contras están relacionados a la producción y calidad de estas variantes. Al ser plantas con un ciclo de vida corto, la abundancia en sus cosechas es menor. Al no necesitar mucho tiempo para madurar, las autoflorecientes producen menos floración. Por desgracia, estas variedades no logran producir clones de buena calidad, ya que los esquejes son copias exactas de la planta madre original, heredando su misma edad y calidad. El resultado de esto es la creación de una planta subdesarrollada que no ha logrado llegar a la fase final de la floración antes de finalizar su ciclo de vida.
En cuanto a su legalidad, en España es posible vender y comprar semillas de maceta que generen plantas con un alto contenido de THC (tetrahidrocannabinol), a diferencia de las inflorescencias de cannabis. Lo ilegal es plantarlas y llevarlas a la germinación. La ley española prohíbe el uso, posesión y comercio de cualquier sustancia narcótica o psicotrópica. La única excepción es la posesión de pequeñas cantidades para fines personales (20 gramos máximo diario).
Dentro de las variedades autoflorecientes, las semillas de marihuana feminizadas son aceptadas. Estas derivan del cruce de una planta de marihuana ruderalis con una planta feminizada de cannabis índica o sativa. Estas tienen una fuerte resistencia a plagas, además de ostentar un rápido crecimiento, desarrollando automáticamente las flores que dependen de la edad de la planta y no de las estaciones o de la cantidad de luz recibida.
