Hace ya un siglo desde que Virginia Woolf utilizó estas palabras para visibilizar que muchos de los hombres escritores reconocidos en la sociedad de la época, quizás no lo eran.
Consideradas incapaces de tomar decisiones o valerse por sí mismas, tuvieron que labrarse una identidad falsa escondida en la imagen masculina para poder demostrar su talento puesto que desvelar su verdadera autenticidad hubiera supuesto el desmerecimiento y la falta de consideración. Se trata de todas las escritoras que no pudieron darse a conocer con su nombre real. El papel era su salida para expresarse y ser escuchadas ¿Qué mujeres se han escondido bajo esos pseudónimos? Conozcamos la verdadera identidad de algunas de ellas:
Mary Anne Evans era una novelista inglesa que se escondía bajo el nombre George Eliot. Su escrito más conocido, Middlemarch, (1850) es considerada una de las mejores novelas de la literatura inglesa. Por aquel entonces la mayoría de las mujeres que se dedicaban a la escritura se presentaban con un pseudónimo puesto que las editoriales no solían aceptar trabajos realizados por una mujer.
George Sand fue el nombre elegido por Amandine Dupin, escritora francesa, para firmar sus libros. A pesar de tener una escasa formación académica, tenía un gran interés por las letras, lo que le llevó a ser autodidacta en este campo. Ese aprendizaje la encaminó a codearse con ilustres europeos de la época, como Alejandro Dumas o Gustave Flaubert. Tras divorciarse, comenzó a usar prendas más masculinas para las reuniones sociales, lo que le hacía sentir más libre, adecuándose al estilo generalizado para el hombre, y de esa manera, sentirse más visible. «El mundo me conocerá y entenderá algún día; y si eso no sucede, no importará demasiado, porque habré abierto el camino para otras mujeres»
Cecilia Böhl de Faber era el nombre real de Fernán Caballero. Bajo este nombre masculino escribía esta mujer, defensora a ultranza de la liberación femenina y su progreso. Suiza de nacimiento aunque española de corazón al haber vivido la mayor parte de su vida en este país, Cecilia aportó bastantes virtudes a la literatura española.
Y no es necesario remontarse a un época muy alejada, puesto que la misma J.K Rowling, autora de la saga ‘Harry Potter’ optó por utilizar un pseudónimo, puesto que pensó, tras la recomendación de la editorial, que los lectores no iban a interesarse en leer un libro de una mujer. Firmó sus primeros libros como Robert Galbraith. Con el paso de los años y admirando el éxito de la saga decidió desvelar su verdadera identidad.
Actualmente se ha conseguido que las mujeres tengan la libertad de publicar bajo su nombre real. Aunque la barrera de los roles y expectativas de género siguen impuestas en la sociedad, la mujer ha podido demostrar su protagonismo por sus propios méritos, pero sin olvidar que a día de hoy solo el 25% de los libros publicados en España son escritos por mujeres.
«Se ha empobrecido incalculablemente la literatura con las puertas que le han sido cerradas a las mujeres».
Virginia Woolf
Y para todo ello se encuentra la literatura feminista, encargada de trasladar la teoría de igualdad y valor femenino.
Iria Marañón es escritora y filóloga, autora de libros como “Educar en el Feminismo”. Propone que una de las máximas para lograr la igualdad de sexos es eliminar conductas machistas desde la infancia, de manera que las sociedades futuras estén educadas en el feminismo, eliminando roles de género y estereotipos, para que nada corresponda a un género concreto, sino que cada persona pueda decidir libremente con qué rasgos y características se identifica, evitando el efecto ‘pigmalión’, o lo que es lo mismo, lo que se espera de nosotros.
P: ¿En qué consiste la literatura feminista?
R: Para establecer que un tipo de literatura es feminista, habría que tener en cuenta todo el proceso de edición, no solo el libro en sí. Con respecto al contenido, hay varios tests que se pueden aplicar, como el test de Bechdel, el principio de Pitufina, el de la lámpara sexy, el de Mako Mori… pero no son suficientes. Hay que valorar si los personajes femeninos tienen el protagonismo suficiente y si su arco de evolución es completo. También que las tramas no se centren en los estereotipos, como la búsqueda del amor o los conflictos entre amigas. Para hacer literatura feminista hay que ser feminista y tener claros los conceptos.
P: ¿Alguna vez ha sentido que ha recibido un trato discriminatorio o excluyente por el hecho de ser mujer?
Sí, por supuesto. A lo largo de toda mi vida he recibido un trato diferente por ser mujer en muchísimas situaciones, tanto laborales como familiares o entre las amistades. Las mujeres que dicen no haber sentido esa discriminación es porque no tienen la capacidad de análisis suficiente para identificarlas. Todas las mujeres hemos vivido este tipo de situaciones.
P: ¿Es optimista en cuanto a la futura evolución en el ámbito de igualdad de género? ¿Piensa que la mujer cuenta con total libertad de decisión actualmente? ¿Entra en juego el «efecto pigmalión», término al que hace referencia en sus charlas?
Prefiero hablar de la igualdad entre los sexos. El género es un constructo que las feministas luchamos por abolir. Soy optimista pero cada vez el patriarcado se disfraza de algo diferente. Ahora mismo nos venden como igualitarias y feminista leyes que confrontan directamente con las mujeres, por lo que soy optimista, pero pienso que nos queda un camino muy largo todavía.
Las mujeres no somos tan libres como se cree, nuestra situación y recorrido determina muchas de las decisiones que tomamos, que están íntimamente ligadas a nuestra socialización bajo el sistema patriarcal. La sociedad nos vende como libertad la prostitución, por ejemplo, cuando siempre ha sido explotación sexual de la mujer. Pretende hacernos creer que la explotación de la mujer puede llegar a ser empoderante, por lo que, ¿dónde está la libertad? Y con las mujeres se produce lo que se llama profecía autocumplida: las expectativas que las personas tienen volcadas en cómo ser una mujer, se suelen cumplir.
P: ¿Qué opina sobre la expresión «las mujeres sois unas exageradas»?
Que el patriarcado nos quiere calladas, sumisas y dóciles. Es el tipo de expresión que lanzan cuando una mujer se queja. Los hombres nos asesinan, nos maltratan, nos violan, cobramos un 23 % menos de sueldo, tenemos la mayor tasa de desempleo y pobreza, somos las que sufrimos explotación sexual y reproductiva, pero las exageradas somos nosotras.
P: ¿Deben los hombres, según tu opinión, participar en actos feministas como el 8M?
No. El 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Es el único día del año dedicado a la mujer. Los hombres tienen 364 días para participar en todo lo demás, como así hacen. El 8 de marzo es de las mujeres.
P: Eres autora de libros como «Educar en el feminismo» o «Educar a un niño en el feminismo». ¿Qué importancia tiene educar en igualdad desde edades tempranas?
Ahora mismo es importantísimo que nuestras criaturas se eduquen en igualdad, asumiendo que no existen cerebros rosas o azules, que la feminidad y la masculinidad es un constructo social que hay que abolir, porque es la base de las desigualdades en nuestra sociedad.
Porque siguiendo las palabras de Voltaire: “La escritura es la pintura de la voz”. Claro ejemplo de ello son todas las escritoras que utilizaron y utilizan el motor literario como aliento para expresar sus derechos y libertades.
