Valeriano López proyecta Juana la Lorca en el Festival de Málaga, una obra irreverente que reinterpreta la figura de Federico García Lorca.
“Mi nombre es Juan Moreno. Soy gitano y nacido en el Sacromonte. De profesión: artista transformista”. La sala entera se ríe y aplaude. Destaca la risa de una señora, sentada al fondo, que contagia al resto. Juan Herrera está en primera fila con las piernas cruzadas y con una mascarilla en la que se lee en letras rojas “Juana la Lorca”. También está en la pantalla, interpretando a esa Juana. “Ay, qué risa, de esa escena no me acordaba”, murmura emocionado.
Rompiendo con el Lorca de las instituciones
La sección ZonaZine del Festival de Cine de Málaga no acapara titulares. Es el espacio que se le da a las obras más arriesgadas, a ese cine que puede ser horroroso o muy prometedor. Apenas se menciona en los medios, solo cuando se publica el palmarés, pero a veces hay algunas joyas que merecen algo más de atención. Por eso hoy hablamos de Juana la Lorca, del granadino Valeriano López. El título hace referencia a Elegía a Doña Juana la Loca de Federico García Lorca, y es una reflexión sobre el interés que tienen las instituciones por acercar al poeta a través un camino muy marcado.
Juan Herrera interpreta a Juan Moreno (Juana la Lorca), que había aborrecido a Lorca durante muchos años por su visión estereotipada de los gitanos (ella es una “gitana superdotá”). Pero a partir de un sueño donde se revela que es nieta del poeta, empieza a adorar a Federico y emprende un viaje junto a Valeriano para ir a ver su tumba a Cuba, en referencia al poema Son de negros en Cuba (“Cuando llegue la luna llena/Iré a Santiago de Cuba/Iré a Santiago de Cuba/En un coche de agua negra”).
Una película sin fronteras
Grabada entre Cuba y Granada, esta película habita la línea entre el documental, la performance y la ficción. Empezó como un cabaret y terminó como una videocreación llena de referencias. Valeriano difumina las fronteras de los géneros para hacer una obra irreverente e incómoda. “Meterle mano a Federico no es cualquier cosa”, dice con ironía. Tenía como objetivo retar a las instituciones lorquianas, a esa visión mercantilista del poeta, “devolver a Lorca a casa”.
Entre travestis (la Juana, la 3 huevos y la Pitoti) y versiones de “La Tarara”, se crean hipótesis surrealistas, como que Lorca tuvo un hijo y luego una nieta o que sus restos descansan en una pequeña lápida en Santiago de Cuba, y no en el Barranco de Víznar. La historia del prodigio de Fuente Vaqueros se desacraliza, se traviste con trajes de flamenco inspirados en los de La Barraca y se introduce en las cuevas del Sacromonte. “Poeta como Lorca, loca como Juana”, se dice a sí misma la protagonista.
El Lorca del pueblo para el pueblo
Valeriano López, que es un artista multidisciplinar ya respetado en Granada, asegura que su obra nace del “anarcolailo” y se convierte en una “lorcura”. Cuando se le pregunta cómo se le ocurrió, responde cómodamente sentado desde el escenario con un granadino “pues estaba yo un día lavando…” para seguir con esa “analquía” tan suya, como él mismo dice. Promete no tomar el nombre de Federico García Lorca en vano.
También cuenta que tuvo que financiar la película él solo y gastarse 40.000 euros porque “ni Canal Sur quiso poner dinero”. Así ha podido hacer lo que le ha dado la gana, cosa que en el Ayuntamiento de Granada no gustó, y se canceló la proyección con excusas que no le convencieron. “Presioné e insistí, la película quedó como censurada y al final la tuvieron que poner”. Eso sí, se proyectó en el Huerto de San Vicente porque el Centro Lorca ni siquiera respondió a la solicitud de estrenarla allí.
El equipo ha quedado muy satisfecho con el resultado y Valeriano está orgulloso. “El teatro se lo han arrebatado al pueblo. Esta película pretende devolvérselo, porque Lorca era el poeta del pueblo”.