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Cultura

J.C. Sánchez: «Me siento muy emocionado, han sido cuatro años de duro trabajo que ven la luz»

J.C. Sánchez
J.C. Sánchez nos cuenta su nueva obra "Cuando tomábamos café" / Fuente: @msilveti11

Mucho tiempo esperando y ahora puede estar contento y agradecido. Se preguntarán de quién hablamos, pues es de J.C. Sánchez, escritor que recientemente ha sacado su primera novela, Cuando tomábamos café. Hemos estado con él para que nos cuente sus sensaciones y experiencias.

TimeJust: Muy buenas, José Carlos. Lo primero, ¿cómo estás y qué tal va todo?

José Carlos Sánchez: Hola, Miguel. Muy bien. Darte las gracias por invitarme a TimeJust. Y contarte que ahora mismo me pillas en plena promoción de mi nueva novela. Así que contento, emocionado y cansado a partes iguales. (Risas).

TJ: Felicidades por tu nueva novela, que se titula Cuando tomábamos café. Estarás emocionado, ¿no?

JCS: Muchas gracias. Sí, como te decía antes, muy emocionado. Han sido cuatro años de duro trabajo que por fin ven la luz. Ahora, como se suele decir, ya no es mía. Es de todos vosotros, los lectores.

TJ: ¿De dónde sacaste la idea de esta novela?

JCS: El año 2015 fue en el que decidí abandonar mi empleo en una multinacional farmacéutica para dedicarme a escribir. En ese año, me encontré con la noticia del cierre de un café emblemático en Madrid, el Café Comercial, al que solía ir con frecuencia cuando era niño, adolescente y aún hoy continúo yendo. Mi vida personal tiene unas ligazones importantes con la Glorieta de Bilbao, ese café y el barrio de Malasaña. En el verano de ese año, en un viejo cuaderno, ideé la trama principal de Cuando tomábamos café.

TJ: ¿De qué trata?

JCS: Trata de muchas cosas, no te voy a engañar. Pero por resumirlo en una frase sería: la libertad de poder elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Algo que parece sencillo así leído pero que, desafortunadamente, no lo es. Incluso en nuestros días.

En el otoño de 1969, Pepita llega a la capital desde su pueblo para servir en casa de las hermanas Martos. Constanza es la menor, trabaja como secretaria del ministro de comercio. Margarita es la mayor. Es profesora y dirige la residencia femenina de estudiantes del CSIC. La menor padeció la polio de pequeña y tiene una acusada cojera. Tiene una estrecha amistad con Carlos, el hijo mayor del dueño del Café de debajo de su casa. Son completamente diferentes, pero ambos ansían hacer otras cosas con sus vidas. Adela, una vecina del edificio, hija del notario Eugenio de la Maza supondrá un elemento distorsionador muy importante en esos sueños.

Es una novela muy coral, con historias entrelazadas, personajes muy distintos entre sí con el telón de fondo de ese Madrid que quería abrirse al mundo y unas mujeres fuertes e independientes que ansiaban levantar la voz y vivir su vida de una manera muy distinta a como se les había dicho desde pequeñas que debían hacerlo.

TJ: Dentro de esta novela, ¿te has basado en una historia real o ficticia?

JCS: Soy de los que piensan que detrás de cada historia siempre hay un punto de realidad que hizo de elemento disparador. Que funciona como catalizador o dinamizador de la misma. En esta novela hay muchos aspectos que ocurrieron. Por ejemplo, el Caso Matesa, uno de los primeros casos de corrupción que destapó la prensa del momento y que hizo caer el 11º gobierno de Franco. O el nacimiento del diario Nivel y su desaparición tras publicar el primer número. Son hechos que sucedieron. Por supuesto, la manera de retorcerlos para que sirvan al propósito de la historia son completamente ficticios. Algunos de los personajes que aparecen en la historia están basados en personas reales que, tristemente, ya no están con nosotros. Las hermanas Martos existieron y vivieron en el lugar que describo. Por supuesto no tuvieron la vida que se narra. No toda, al menos. (Risas).

Será el lector/a el que tenga que descubrir desde qué aspectos reales parten los hilos imaginarios. Tendrá que poner de su parte para que la historia continúe, viva en su interior y hacerla propia. Humildemente, pienso que van a disfrutar mucho.

TJ: Me sorprende una cosa, ¿cómo un hombre se licencia en Derecho y realiza masters en deporte y acaba de escritor?

JCS: Bueno, imagino que la vida te va llevando por diferentes caminos en distintos momentos. Desde que tenía cuatro años que comencé a hacer deporte, no he dejado de practicarlo. Estoy muy vinculado al mismo y siempre quise dedicarme a ello de una manera profesional. Pude hacerlo durante un tiempo. Quise estudiar algo que me permitiera seguir una vez que mi cuerpo dijera basta y tuviera que dejar de competir. Por eso intenté dirigir mis estudios hacia ese camino. Lo de escribir, no es una meta. Es una terapia. Es una manera de vivir la vida. Algo que desde que aprendí a hacer no he dejado de practicar en ningún momento. Me calma. No sé explicarte.

Quizá lo más adecuado y certero sería decirte que necesito hacerlo. Es una manera de formular preguntas y compartirlas con el resto del mundo. En todas las historias que escribo hay una realidad, una serie de preguntas para las que no encuentro respuesta y que quiero dejar ahí. Tampoco pienso que la literatura sirva para darle las respuestas a nadie sino para hacer reflexionar y motivar a quienes leen a seguir haciendo preguntas que nos permitan avanzar. No entiendo una sociedad estática que no se cuestiona las cosas. Nos extinguiremos en el momento que lleguemos a ese punto. Bueno, eso si no nos cargamos el planeta antes. Veremos qué ocurre primero.

TJ: ¿Cómo recuerdas tus inicios como escritor?

JCS: Con cariño. Escribía poemas desde muy niño. Eran cosas muy simples: canciones, pequeñas fábulas, hacía viñetas tipo cómic aunque dibujaba, y dibujo, muy mal, para contar historias. Me inventaba obras de teatro que representaba con los compañeros del colegio. Para eso teníamos unas profesoras muy buenas que siempre nos animaron a hacerlo y no coartaron nuestra creatividad.

Imagino que empezamos como casi con cualquier cosa en esta vida, como si fuera un juego. En casa siempre me animaron a que publicara las cosas que tenía escritas y guardadas por carpetas y cuadernos que se iban perdiendo por distintos sitios porque no les daba ninguna importancia. Nunca les hice demasiado caso porque, honestamente, me daba vergüenza. Eso cambió en el año 2002. Y hasta ahora.

TJ: Me imagino que lees mucho en tus ratos libres. ¿Qué género o escritores te gustan?

JCS: No sé si mucho o poco. Supongo que eso dependerá de la persona a la que le preguntes. Pero imaginas bien. Pienso que sería absurdo querer dedicarse a una profesión como esta si no te gusta leer. Alguna vez he visto por ahí, en redes, alguna persona que decía que no le gustaba leer y se decía escritor o escritora. No lo entiendo. De veras que no. Dedico una serie de horas al día a leer por placer y, otras, a leer para documentar aquellas cosas sobre las que voy a escribir. Pero, por ejemplo, tengo amigos como Juan Luis, Carles, Jaume o Ross Gosse que leen muchísimo más que yo. Reconozco que soy muy lento leyendo. Necesito mi tiempo.

¿Géneros? Creo que, salvo terror, un poco de todo. Depende del momento. Pero es cierto que disfruto mucho con los clásicos. Siempre que puedo regreso a ellos. Y la narrativa contemporánea. Disfruto mucho con la erótica bien escrita, que no es fácil. En cuanto a escritores que me gustan podría estar horas y seguro que me voy a dejar muchos. Galdós y Delibes me gustan mucho. Matute, Martín Gaite, Anais Nin. Actuales tengo en muy alta consideración a Almudena Grandes o Pérez Reverte, Eduardo Mendoza…

Y de las nuevas generaciones me quedaría con voces muy interesantes en distintos géneros como Juan Ramón Biedma, Nerea Riesco, Concha Perea o David B, Gil. Variadito. Y, como ves, muy nacional. Eso no quiere decir que no lea narrativa extranjera. Pero me gusta destacar lo mucho, y bueno, que hacemos aquí.

TJ: Una de tus facetas es que te encanta la poesía, ¿te gusta por algo en concreto?

JCS: No sabría darte un motivo. Supongo que hay muchos. Me gusta lo desgarrado y arrojado del género. Me gusta su musicalidad y rapidez. Me gusta que se necesita mucha agilidad mental y altas dosis de verdad para tratar un tema con rima y ritmo. Aquí muchos puristas van a discrepar conmigo, pero no me atrae la poesía fácil de redes sociales, ni aquella que escapa de la rima. Para mí no es poesía. Lo respeto. No digo que no sea literatura, pero no es poesía. Es otra cosa.

Lo mismo opino sobre los versos fáciles para redes sociales. Creo, y lo aplaudo, que han recuperado el género para un público joven. Se ha producido un repunte en la venta de poesía y eso hay que atribuírselo a este boom que vivimos gracias al acercamiento de algunos influencers al mundo de la poesía en redes sociales.

Pero creo que se ha banalizado un poco. Y que se frivoliza en algunos aspectos. La profundidad y la magia que reside en la utilización de ciertos recursos no la encuentro en esta nueva poesía. No obstante, lo respeto y le doy el importante valor de haber conseguido reunir en torno a ella muchos lectores. Eso es muy bueno.

TJ: Aparte de esta última obra, tienes dos libros más. En uno pudiste ayudar y colaborar y otro fue uno de poemas. ¿Hay mucha diferencia en colaborar en un libro que en sacar el tuyo propio?

JCS: Bueno, sí. Debuté con El versador de sueños, que fue mi primer poemario. Después participé en Codex Templi, un ensayo histórico sobre la Orden del Temple. Y, más recientemente, he participado en dos antologías de relato: La isla del escritor y Grimorio 13. Hay diferencias, sí. Cuando colaboras en una obra, te ocupas de un apartado y te olvidas del resto. Tienes un tiempo y un encargo muy concreto. Pero una vez que finalizas te olvidas un poco del resto de aspectos.

En tu propia obra el proceso no es tan inmediato. Una novela tiene muchas horas de trabajo detrás, nunca está perfecta, siempre hay detalles por pulir. Cuando terminas tienes que ponerlo en las mejores manos para ser editada y, eso, no es sencillo.

TJ: ¿Cuánto tiempo se puede tardar en sacar un libro?

JCS: Depende (risas). Depende del género. Depende de lo rápido que escribas. Depende de lo que quieras contar. De las exigencias editoriales…

Depende de muchas cosas. Pero, fuera bromas, y sin querer establecer con esto una media lógica para tener escrita una buena obra supongo que hablar de un año, de media, para tener una buena novela de, aproximadamente, doscientas cincuenta páginas, no sería descabellado. Repito, depende de cada profesional y de sus circunstancias.

TJ: ¿Qué se necesita para poder sacar un libro al mercado?¿Llamar la atención o que tu obra interese a alguna editorial?

JCS: Esta pregunta creo que tiene una doble respuesta. O una respuesta por doble vía. Por un lado te diré que no soy la persona adecuada para hablar de las características que buscan las editoriales en los manuscritos que reciben y considerarlos como óptimos o adecuados para ser publicados por su empresa. Imagino que cada una de ellas busca una cosa determinada, algo concreto, muy en la línea de lo que publican en ese momento. Por supuesto, me hago eco de la segunda parte de la pregunta y te confirmo que un factor importante es que le interese el tema, los personajes o cualquier otro aspecto del manuscrito a la persona encargada de evaluarlo. Si no le interesa, ya puede ser bueno que no lo recomendará.

Yo he tenido muchos rechazos, como la mayoría de los escritores/as. Un editor importante de este país dijo que la novela era buena y animaba a seguir buscando editorial porque la consideraba con calidad suficiente como para hacerlo. Pero no podía recomendarla para su sello porque no estaba en la línea editorial que seguían en ese momento. Bien, correcto. Es lógico. Para solventar esta cuestión creo que la figura de un agente literario es fundamental. Conocen los gustos y necesidades de los editores y saben qué editorial es más apropiada para cada autor y manuscrito. Y los/las editores están más cómodos con un solo interlocutor al que ya conocen y que saben qué es lo que está buscando y por qué.

Con respecto a lo de llamar la atención solo te comentaré una cosa: las editoriales son empresas. Y las empresas necesitan ganar dinero. De lo contrario quiebran y desaparecen. Teniendo en cuenta esto que cada quién saque sus propias conclusiones.

TJ: ¿Crees que las editoriales ponen facilidades para los más noveles y sus trabajos?

JCS: Pues esta cuestión es algo controvertida. En la actualidad, los escritores lo tenemos más fácil que nunca para publicar. Cuando yo comencé a interesarme por la publicación, no existía internet como ahora. La información sobre las editoriales, concursos y posibilidades del mundo literario no eran tan amplias para alguien ajeno al mundillo. El tiempo necesario para conocer el sector y el sometimiento a las reglas que dictaba el mundo editorial era total. Ahora, no es necesariamente de esta manera.

Hay más información. Mucho más accesible al usuario. Muy rápida. Mucha oferta y, además, tienes la posibilidad del DIY (hazlo tú mismo) con distintas plataformas de autopublicación. La editorial es una empresa. Lo he comentado antes. Necesita rentabilidad para subsistir. No tiene que ponértelo ni fácil ni difícil. Marca sus reglas y si estás dentro de ellas podrás formar parte de la misma. Si el producto encaja en su línea, formarás parte de su apuesta. De lo contrario te tocará seguir buscando. No tiene más misterio.

Creo que, actualmente, las estructuras de las editoriales están tratando de encontrar nuevas voces que aporten frescura al panorama literario. ¿Es difícil? Sí, claro. Las cosas fáciles no existen en el mundo profesional. Al menos, yo no las he visto. No hay que desesperar y seguir trabajando. Seguir llamando a puertas. Continuar intentándolo. Mejorar como profesional. Mejorar la forma de escribir, las historias que se cuentan. Y, sobre todo, dejar de pensar que el mundo nos maltrata y no entiende nuestro arte cuando nos dan con la puerta en las narices.

No digo que no sea duro. Lo es. Pero hay que aprender, ser humildes y no desesperar. Si de verdad eres escritor, continuarás escribiendo por muchas veces que te rechacen.

TJ: En lo personal si no hubieses sido escritor, ¿a qué te hubiese gustado dedicarte?

JCS: Lo cierto es que he tenido la oportunidad de dedicarme, en distintos momentos de mi vida profesional, a todo aquello que me apasionó desde niño. Pude dedicarme profesionalmente al mundo del deporte, tuve la oportunidad de hacer radio, escribo… creé mi propia empresa.

Supongo que podría decir que me gustaría volver a la radio en algún momento. O dirigir un proyecto deportivo interesante, crearlo de cero y llevarlo lo más lejos posible. Tengo clavada la espinita de no haber podido sacar adelante una idea que me ilusionaba desde pequeño que era cambiar el paradigma del deporte y la educación en nuestro país. Poder hacerlo compatible al máximo nivel. Ahora es muy complicado porque los actores principales de ambos mundos, no quieren. No les interesa. Y eso es un problema.

TJ: Eres un hombre alto, me imagino que el deporte que más te puede gustar es o waterpolo o baloncesto, ¿me equivocó?

JCS: ¡Waterpolo, por supuesto! (Risas). No es ningún misterio. Me dediqué al mundo del baloncesto durante muchos años de mi vida. Y, aún hoy, sigo vinculado al mismo. Es mi otra gran pasión junto a la literatura. Tiene algo de novela de aventuras, de thriller, de novela negra y de romántica. Es un deporte maravilloso donde he conseguido grandes amistades que, aún hoy, conservo y que me ha enseñado, entre otras cosas, a no rendirme nunca. Hasta que suena la bocina hay partido. No se pueden bajar los brazos.

TJ: ¿Te gustaría dedicar el libro a alguna persona o personas en concreto?

JCS: Pues mira, ya que lo preguntas, aunque en el apartado final de agradecimientos lo dejo claro, sí que me gustaría comentarte una anécdota. Tenía decidido que quería poner al comienzo del libro una breve dedicatoria. La había pensado muy bien y la tenía redactada para enviársela a mi editora. El problema es que, cuando llegó el momento, no lo hice. Y cuando me di cuenta de que no lo había hecho ya era tarde porque el libro estaba en imprenta.

Así que voy a aprovechar esta oportunidad que me das para compartir aquella dedicatoria que no se puso y no sé si algún día se pondrá: «A mis padres, que hicieron una transición política sin que nadie les explicara nunca qué era la democracia. A tantas mujeres brillantes silenciadas a lo largo de la historia, en este país, que pueden ser Constanza o Margarita o cualquier otro personaje de esta novela».

TJ: Para finalizar, ¿qué consejo darías a todos los jóvenes que quieren seguir tus pasos o el de muchos otros escritores?

JCS: Que no se rindan. Que si de verdad les gusta escribir, que lo sigan haciendo con independencia de otra cuestiones. Que no dejen nunca de formarse, de aprender, de leer, de experimentar hasta encontrar su propia voz.

Y que no permitan jamás que nadie les diga que no pueden hacer o conseguir algo con sus vidas. Ser escritor es una profesión. Escribir es una necesidad. Que miren bien en su interior y decidan si quieren o pueden compatibilizar ambas cuestiones. Y que, sobre todo, sean felices haciéndolo.

Les informamos para todos aquellos que deseen comprar un ejemplar que saldrá a la venta el día 22 de mayo y las presentaciones serán a partir del día 28 de mayo. Y para todos los que quieran una hoja firmada, J.C. Sánchez estará el día 7 de junio a partir de las 19:00 en la Feria del Libro.

¡Le deseamos desde TimeJust toda la suerte del mundo con su nuevo proyecto y mucha energía!

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