Reseñamos el primer volumen (de dos) de El club del divorcio, la obra de Kazuo Kamimura que ha publicado ECC Ediciones
En los últimos años, la trayectoria de ECC Ediciones ha sido de gran crecimiento y consolidación. Mientras que de cara al mercado americano su fortaleza estriba en poseer los derechos de la editorial DC, no se ha cerrado en banda a publicar otros tipos de cómic, y ha elaborado un interesante fondo editorial japonés, centrado fundamentalmente en el seinen (aunque, como anunciaron en el último Salón del Manga de Barcelona, uno de sus siguientes retos será ampliarse y diversificarse en este apartado).
Toda esta labor y esfuerzos no evitaron la enorme sorpresa que generaron con el anuncio de El club del divorcio, de Kazuo Kamimura. Pese a ser un desconocido por el gran público occidental (relativamente, puesto que es uno de los autores de Lady Snowblod, el cómic que inspiraría a Quentin Tarantino para Kill Bill), Kamimura fue uno de los grandes representantes del gekiga, nombre por el que se conoce a la primera corriente de manga para adultos, surgida a partir de los años cincuenta como una reivindicación de varios mangakas de la capacidad del manga para exponer historias más profundas y complejas.
El club del divorcio pone el foco en un local de ocio nocturno del barrio de Ginza, en Tokio, durante los años setenta. La dueña del local, Yûko, es una mujer divorciada y con una niña de tres años, de la que se encarga su madre para que ella pueda llevar el negocio, en el que trabajan varias mujeres de vida disoluta y un camarero, Ken.
A lo largo de sus casi quinientas páginas, acompañamos a Yûko en su vida cotidiana, un día a día muy tranquilo en el que, aparentemente, no ocurre nada significativo. Sin embargo, el sufrimiento reprimido de Yûko y su entereza para afrontar y encarar la adversidad.
Kamimura se descubre aquí como un narrador excepcional. Toma lo anecdótico, lo cotidiano, la rutina a veces asfixiante, el dolor contenido… y lo convierte en el motor de una historia en la que, mientras parece no ocurrir nada, ocurre absolutamente todo.
El dibujo resulta igualmente excepcional. Kamimura recurre habitualmente al recurso de adoptar perspectivas un tanto forzadas, que distorsionan el entorno al tiempo que se amoldan a las necesidades narrativas del cuerpo humano que está representando en cada momento. De este modo, también logra crear atmósferas opresivas, que no dejan de ser una metáfora del sufrimiento de la propia Yûko.
Por su sensibilidad, por lo avanzado a su época, por su gran dominio de la narrativa y por su cuidado dibujo, El club del divorcio es un clásico de referencia del que, afortunadamente, ya podemos disfrutar en castellano gracias a ECC. La pega, quizás, sea el precio: en dos volúmenes de 25 euros, cabría esperar algo más de calidad en la edición. No es mala, pero sí excesivamente sencilla y frágil, con unas tapas blandas (sin solapas que hagan de refuerzo) que puede deteriorarse con facilidad aunque se trate con cuidado.
