El primer gran estreno de Netflix en 2021 apunta a los Oscars con una profunda historia liderada por una Vanessa Kirby tan apesadumbrada como Casey Affleck. Ojalá también le imite en la temporada de premios.
Hay películas que te entran por los ojos (‘Vengadores’); otras, por los oídos (‘Blade Runner 2049’). Pero hay algunas que, además de todo ello, van directas al alma, a todo el centro de nuestra humanidad, para hacernos no sólo ver y oír sino sentir la profunda (y habitualmente triste) carga emocional de sus protagonistas. ‘Manchester frente al mar’ (2016) y ‘Fragmentos de una mujer’ (2020) son de estas películas que se te pegan adentro y te tumban. Ante ese encogimiento en el estómago, uno puede intentar correr la cortina del mago y preguntarse: ¿cómo han hecho que me sienta así?
Ambos filmes nos recuerdan el poder del lenguaje cinematográfico para hablar y crear significados a través de imágenes encuadradas y superpuestas en un determinado orden, de pequeños gestos, suspiros, miradas… A la película protagonizada por Casey Affleck, todo ello le valió (muy merecidamente) el Oscar en 2017 a Mejor Actor y Guion. Ahora, Netflix va a luchar para que Vanessa Kirby repita el mismo camino, auspiciada tras ganar la Copa a Mejor Actriz en el pasado festival de Venecia.
Pero más allá de solamente ella, ‘Fragmentos de una mujer’ tiene otros muchos puntos en común con la aclamada cinta de Kenneth Lonergan por los que debería ser tenida en cuenta por toda la temporada de premios y por los millones de suscriptores a la plataforma de streaming.
La ciudad como ambiente físico y emocional
Literalmente, hay un pequeño pueblo en Massachusetts que se llama “Manchester-by-the-sea”. En su película homónima, ese ambiente helado con una verdosa vegetación bañada muy de cerca por el mar representaba el pasado traumático del que pretendía huir Casey Affleck en una urbanita y anónima Boston. Volver a ese pueblo donde todo y todos se conocen significaba re-avivar los fantasmas de su pasado y la gente que se había quedado atada a ellos: su antigua familia.
Curiosamente, ‘Fragmentos de una mujer’ transcurre en un Boston que nos dice mucho de los personajes. ¿Cómo puede un obrero como Sean (Shia LaBeouf) permitirse ese casoplón? Gracias a la riqueza de la familia de su mujer, una pequeña barrera de ego en su matrimonio que se abrirá en carne viva con el trauma. Ese ambiente familiar también será una cuerda en el cuello de Martha (Kirby), ya sea cuando vaya a comer al también casoplón de su madre, a su moderna pero fría oficina o simplemente a hacer la compra y se encuentre con una asfixiante conocida. No es casualidad que abunden los planos de ella caminando por la calle o que un puente en construcción sea el leit motiv del metraje con la metáfora de la reconstrucción de ese corazón roto con el tiempo.
La traumática pérdida llena de culpabilidad
Los dos guiones son merecedores de Oscar por el profundo drama que albergan en su núcleo, las diversas consecuencias que genera y la manera tan inteligente de narrarlo. Lonergan prefiere mantener el misterio casi todo el metraje e ir desvelando pista a pista ese inimaginable accidente que coloca al final al espectador en el mismo estado emocional que ha estado Casey Affleck toda la película. ¿Cómo puedes buscar justicia y paz contigo mismo cuando tú eres el verdugo y la mayor víctima?
Justo al contrario, la guionista Kata Wéber narra durante el primer cuarto de historia este suceso tan precioso como desalentador, con un sorprendente realismo y atención al detalle del que se aprovecha el director para contarlo en planos-secuencia. Aquí conoceremos desde el principio ese boom que era el final de ‘Manchester frente al mar’, la profunda losa con la que va a cargar Martha toda la película; eso sí, el hecho de ponerle nombre antes no rebaja el peso de haber perdido parte de tu alma. Ambos conflictos saben dar justo en el centro de toda nuestra humanidad: nuestras únicas creaciones vivas, las únicas que llegan a importarnos más que nosotros mismos, nuestros hijos.
La respuesta reprimida y el agobio de tu gente invasiva
Para una actuación de Oscar, uno esperaría grandes llantos y constantes gritos con expresiones faciales exageradas. Sin embargo, Casey Affleck deambula casi toda el metraje con la cabeza gacha balbuceando. Hasta su propia (ex)mujer le tiene que pedir en un momento que, por favor, diga o sienta algo. Efectivamente descubriremos en ambos casos que la represión interna no es para nada un método sanador, pero dar rienda suelta a la ira tampoco.
Y de eso presume mucho la madre de Martha, interpretada por otra más que nominable Ellen Burstyn. En lugar de Michelle Williams, ahora es Shia LaBeouf quien interpreta a la parte extrovertida de la pareja. Sorprende por ende la contención de Kirby en todo el metraje, pero son precisamente sus gestos actorales del día a día como los andares sin motivación o su manera de apoyarse en el ascensor como si ya no tuviera fuerza los que nos hablan de la represión que va por dentro. Es de agradecer por ello esa dirección de actores casi teatral de la que el director saca evidente partido con esos largos planos secuencia (la coreografía de la comida familiar, las indirectas de diálogos, miradas y movimientos).
Ritmo lento con explosiones esporádicas
Para captar toda esta información, hace falta pararse a observar. Y por ello ambas películas se decantan por un ritmo lento y te invitan a que te sientes en tu sillón (‘Fragmentos de una mujer’ no ha pasado por salas españolas) a entender a estos personajes. Ambos filmes requieren de tu atención, pero para que no te rindas también cuentan con explosiones tan esporádicas como naturales.
Cuando Affleck se marcha ante una destrozada Williams o cuando Kirby le cierra la puerta en las narices a un suplicante LaBeouf, podemos sentirnos decepcionados de haber perdido un momento de gritos. Pero todo ello es parte de esa represión que estalla con todo el sentido del mundo en un hospital o en casa de tu madre. Los protagonistas de ambas historias saben llorar y gritar, y luchar con no hacerlo. Y en ambos casos puedes ver y sentir su lucha interna. Un buen actor te emociona tanto por lo que grita como por lo que calla y Affleck y Kirby están soberbios en ambos casos.
Lenguaje cinematográfico (escrito y visual) profundo y delicado
Un buen guion de cine hace falta que tenga buenos diálogos, pero tiene que recordar que está siendo escrito no para ser leído, sino grabado. Lonergan ganó el Oscar en esta categoría por su narración progresiva en flashbacks, y ojalá Kata Wéber como mínimo esté nominada. Se nota que habla como mujer y como víctima de un parto traumático al escribir ese crudo primer acto del film, y narrar sus consecuencias tanto con arrebatadores monólogos como con metáforas como la de la manzana (el olor del pelo de su hija).
Precisamente su marido, como director del film, también ha aprovechado el lenguaje visual para huir de lo explícito, y nos cuenta el trauma de Martha con miradas reflexivas en el transporte público y su proceso de sanación con ese plano final profundamente bello. Si el próximo 25 de abril los Oscars quieren reconocer el buen cine, ojalá lo hagan tan bien como con ‘Manchester frente al mar’ y no dejen pasar una película que habla tan bien con el propio lenguaje del cine como ‘Fragmentos de una mujer’, disponible en exclusiva desde el pasado 7 de enero en Netflix.
