Coque Malla regresó anoche a Madrid después del parón de un año para reponer fuerzas. Y lo hizo por todo lo alto, pues el antiguo líder de Los Ronaldos colgó el cartel de «entradas agotadas».
A las 20:40, y muy puntuales, salieron al escenario los chicos de Fon Román, teloneros de la noche. Coque Malla supo elegir bien a los encargados de ir calentando el ambiente, que durante más de media hora animaron al público con baladas.
Tras unos minutos de espera se apagaron las luces y comenzó a sonar A las barricadas, himno anarquista que anunció la entrada de Coque Malla. El cantante empezó con canciones de sus últimos discos y no tardó en llegar el primer invitado de la noche. En mitad de su interpretación de Un lazo rojo, un agujero el artista comenzó a cantar Kase. O, quien acudió a su llamada. El rapero llenó el escenario con su carisma y energía, algo que el público agradeció, a pesar de esperar más Ronaldos y menos Revolución.
El público se mostró entregado en cada canción, pero aún más en cada vuelta a los 80 por pequeña que fuera. Por eso el Wizink rugió bien fuerte cuando el vocal
ista de Gabinete Caligari, Jaime Urrutia, subió al escenario para interpretar La sangre de tu tristeza, uno de los grandes hits del grupo. Precisamente por el deseo de vuelta a los 80, Coque Malla tuvo una simpática conversación con el público. Aseguró que la gente está muy obsesionada con la música de esa década, pero que en cuanto a producción no fue la mejor. «¿Qué hay de la música de los 40, de los 50, de los 60? Basta ya de los 80?», para decepción de todos los nostálgicos de los 80 y 90 que esperaban una vuelta a la música de su juventud.
El cantante quiso arriesgar con todo lo que eso podía suponer, y le salió bien. El público cantó todo, lo nuevo y lo viejo, rapeó y se agarró a su pareja en las baladas. Coque Malla firmó la tregua con el público de Madrid para cerrar el concierto. Solo podía acabar de una forma y tanto Coque Malla como Madrid lo sabían: No puedo vivir sin ti. El recinto se llenó de linternas del móvil, de abrazos y de las voces de todos los asistentes cantando a coro el himno del artista.