Desde la Virgen de la Paloma se pide recaudar fondos para reconstruir el edificio que explotó hace ya un año.
La parroquia de la Virgen de la Paloma realizará una colecta popular para recaudar fondos entre los madrileños. El objetivo de reconstruir el edificio del Archidiócesis de Madrid que explotó hace casi un año en la calle Toledo. En el accidente murieron cuatro personas y diez resultaron heridos.
«En estas más de tres décadas, esta comunidad ha cambiado la vida de muchas personas, ha abierto futuro a jóvenes y familias, esperanza a los ancianos, cobijo a los pobres. Cáritas, apoyo escolar, grupos de oración, catequesis, acompañamiento a personas solas, refugiados, enfermos del barrio, pasaban por un edificio que tenemos la ilusión de recuperarlo cuanto antes», desean.
Los hechos y las víctimas
Minutos antes de las 15.00 del 20 de enero se produjo una explosión que destruyó gran parte del edificio número 98 de la calle Toledo. La explosión dejó al descubierto la mayor parte de las viviendas de las plantas superiores, provocando muchos escombros. Cayó sobre la calle y el patio de una escuela cercana, donde no había nadie debido a los daños causados por la tormenta «Filomena».
La explosión también afectó la estructura y los techos de los edificios vecinos, dejando varias casas inutilizables. Sus inquilinos tuvieron que ser llevados por el Samur Social a un hotel cercano. Allí permanecieron varios días, en medio de quejas de que no podían regresar a casa para recoger objetos personales y documentos importantes.
Control de daños
La explosión provocó el derrumbe parcial, y en algunos casos casi total, de los cuatro pisos del edificio parroquial. Albergaba oficinas, un centro de acogida de Caritas entonces cerrado, ocho salas de reuniones, un salón, tres viviendas para sacerdotes e incluso una capilla en el sexto piso.
Investigación
El día de los hechos se abrió diligencias judiciales por lo ocurrido y el juez de instrucción número 35 de Madrid solicitó informe a la policía científica. Los agentes interrogan a una treintena de personas, entre sacerdotes y vecinos, y comprueban el estado de las calderas. Las empresas aseguraron que habían pasado el examen correspondiente y que la red de gas había pasado varios controles.
Los agentes concluyen que la fuga se produjo entre la primera caldera del edificio y la conexión de suministro, sin que «las posibles irregularidad administrativa o de la instalación» haya afectado a la causa de la explosión.
Sobre esto, el juez cerró el expediente, calificando el origen de «accidental, sin que haya podido esclarecerse otra causalidad distinta «. Explicando en el informe que, debido a la lentitud de la fuga de gas, «las referencias de olor a gas fueron discontinuas, no llegando a generar alarma , entre los residentes en el edificio hasta momentos antes de la explosión”.
