El príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, ha fallecido a los 99 años, según ha informado este viernes el Palacio de Buckingham. “Con profundo dolor, su majestad la reina anuncia la muerte de su amado esposo, su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo”, ha comunicado el Palacio de Buckingham en un comunicado. «Su alteza real ha fallecido en paz esta mañana en el Castillo de Windsor», precisa la nota.
It is with deep sorrow that Her Majesty The Queen has announced the death of her beloved husband, His Royal Highness The Prince Philip, Duke of Edinburgh.
— The Royal Family (@RoyalFamily) April 9, 2021
His Royal Highness passed away peacefully this morning at Windsor Castle. pic.twitter.com/XOIDQqlFPn
El Duque de Edimburgo pasará a la historia como el hombre que caminaba varios pasos detrás de la Reina Isabel II. Casi siempre fotografiado en su de traje de Saville Row, nunca dejaba las habitaciones antes de que ella lo hiciera. Su profesión era consorte, figuraba en un segundo plano, pero con impecable comportamiento y haciendo honor a lo que los expertos califican como el más largo reinado en la historia de Inglaterra. Ese ha sido su papel en la vida.
Su misión fue marginal, en silencio, no fue el padre amado, ni el marido fiel, ni el hombre de acción que prometía en su juventud, pero igualmente respetado por el pueblo británico.No obstante, durante largo tiempo fue considerado como un intruso extranjero por el ‘establishmen’t, los británicos le toleraron, aunque no apreciaron las salidas de tono, su talante malencarado y arrogante. Finalmente, con los años se había convertido en una figura de otra época, un fantasma del pasado.
En 2017, lo dijo claro aunque en tono sarcástico frente a la prensa: “Ya no puedo aguantar mucho más”, al anunciar su retiro y el fin de las tareas oficiales. Había participado, según el balance que se publicó entonces, en 22.000 compromisos públicos y había pronunciado más de 5.000 discursos. En resumen, siete descadas alservicio de la Corona británica.
Disfrutó, en vida, de los tópicos de la vida británica: la caza, los caballos, las mujeres, el té y los castillos, y se aburrió de forma soberana como presidente de las más de 800 organizaciones a las que ya no asistía por “motivos de salud y pereza”. El duque no escondió el tedio que le provocaba tanta recepción, las horas de conversaciones educadas y vacías, tanta sonrisa y protocolo. “Creo que se aburre con todo el asunto real”, diría uno de los secretarios de la reina. “Todo eso de las recepciones, el dar la mano, no era algo que le fuera en absoluto”.
Su última aparición pública, tras anunciar su retiro oficial en el 2017, fue el 22 de julio del 2020 en el patio del castillo de Windsor. Ya no aparecerá más.
A sus casi 100 años, que ya está bien, sus tres de sus biznietos, los príncipes Jorge, Carlota y Luis, hijos de os duques de Cambridge, la reina Isabel y el resto de la realiza británica no le olvidan.
