Un mes ya desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció la declaración del estado de alarma a causa de la crisis sanitaria que el COVID-19 ha desatado en todo el mundo. Una pugna contra un enemigo invisible, silencioso y mortal.
Desde aquel momento, han sido muchos los líderes europeos que han adoptado un discurso belicista. Merkel, Macron o el propio Sánchez ya hablan de la guerra que han declarado al virus. Una lucha en la que todos debemos estar unidos frente al único enemigo que ataca a todos, sin importarle fronteras ni idiomas.
En estas circunstancias, los colores pierden sentido, las ideologías se esfuman y el partidismo deja paso al interés común. Al menos, esa es la idea.
Estas semanas nos han dejado imágenes como las de Rui Rio, líder del partido de la oposición portugués (PSD), que pronunció ante la Asamblea de la República las siguientes palabras: «Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. En todo lo que podamos, le ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte’’.
"Señor primer ministro, le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte”.
José Sena Goulão (PSD), líder de la oposición de Portugal.
Mientras en otros países la oposición lucha contra el coronavirus, en España lucha contra el Gobierno. pic.twitter.com/wA9JvzqEcd— Ibon Pérez (@ibonpereztv) April 5, 2020
Mientras en nuestro país vecino se demuestra responsabilidad y patriotismo con declaraciones como estas, en España nuestros políticos han decidido librar otra guerra contra su propio enemigo: el Gobierno de coalición. A la vez que Pablo Casado atacaba al presidente por no llevar la corbata de color negro, Abascal pedía la destitución del Gobierno al completo para reemplazarlo por un ‘’gobierno de concentración militar’’. Arrimadas, por el contrario, se limita a guardar silencio.
Crespones en las banderas, luto oficial, himnos a todo volumen, caceroladas y conflicto. Esta es la alternativa que el Partido Popular ofrece, entre ataque y ataque, a una sociedad que lleva un mes confinada. Lejos de mostrar la unidad y lealtad institucional que demandan estos tiempos que corren, la oposición afila sus dagas.
Vox tampoco deja pasar la oportunidad y convoca manifestaciones digitales, abandona el confinamiento y opta por la confrontación directa.
El Gobierno ahora tiene dos frentes de los que encargarse: controlar al virus y defenderse en el Congreso. Ninguno de ellos parece ser tarea fácil. Aunque no faltos de errores, los responsables socialistas y morados parecen estar dejando un mejor sabor de boca.
En definitiva, hemos podido comprobar que ni una pandemia ha sido capaz de unir a los políticos de nuestro país. Ante esta situación, siempre nos quedará el trabajo y el sacrificio de todos los profesionales que no paran. Sanitarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fuerzas Armadas, transportistas, farmacéuticos y tantos otros que eclipsan con su gran labor la falta de compromiso de una oposición que sólo entiende de banderas e himnos.