Cuando el pasado domingo 12 de septiembre, Anne Hidalgo, alcaldesa de París, dijo que se presentaría como candidata a la presidencia de Francia en 2022, ya se sabía que la izquierda solo podría ganar de unir todas sus fuerzas a una.
“Conociendo la gravedad de nuestros tiempos y para dar esperanza a nuestras vidas, he decidido ser candidata a la presidencia de Francia”, indicó, en la ciudad normanda de Rouen, a sus 62 años, la alcaldesa parisina.
Anne Hidalgo se convirtió en la primera mujer en gobernar la capital francesa en 2014, y ahora apunta a ser la futura presidenta del país. Sus promesas abarcan desde una economía más ecológica, hasta la reiundustrialización de las antiguas zonas manufactureras, pasando por una mejora y actualización de la educación.
A diferencia de Macron, que es percibido como un político competente, pero alejado de la población, Hidalgo simboliza el éxito de la educación pública y la meritocracia más democrática.
Hasta ahora su único rival es Stephane Le Foll, ex ministro de Agricultura. Asimismo, Arnaud Montebourg señaló que se presentaría como candidato independiente. Por su parte Europe Écologie Les Verts, más conocidos como los Verdes, y que obtuvieron buenos resultados en las elecciones municipales del año pasado, también anunciarán un corredor en las próximas semanas.
Sea como fuere, los analistas lo confirman: cualquier aspirante de centro-izquierda tendrá que reunir a los verdes y a los socialistas en una sola candidatura para disputar un puesto en la segunda vuelta.
¿Qué veremos en Francia en las próximas semanas? Los primeros pasos de una carrera electoral que promete estar muy reñida. Salvo que haya una sorpresa y la izquierda ofrezca un proyecto muy sólido, lo previsible es que se repita el escenario del 2017, un déjà-vu entre Macron y Le Pen que que frenará los proyectos de la izquierda. Por otro lado, Macron, no debería confiar se estrecho margen de aprobado a costa del voto electoral prestado.