La Literatura ha sido una de las principales fuentes purificadoras de una Andalucía herida en su orgullo
Una vez finalizado el día de Andalucía y en plena resaca de fiestas flamencas, toca hacer balance sobre una de las zonas que genera mayores fuentes de prejuicios. Además, se cumplen 40 años desde que fuera proclamada
Todos conocemos la belleza de sus ciudades. El olor a mar derrocha vistosidad que va a juego con la enorme historia repartida equitativamente en cada una de sus provincias.
Sevilla, cuna de las tradiciones eclesiásticas encaja a la perfección con dos cunas patrimoniales como pueden ser Córdoba y Granada. Van a juego con una Huelva contemporánea que ha encontrado su camino patrimonial siendo testigos del nacimiento del arte balompédico en este país.
Tanto el fútbol como el turismo veraniego ofrecido por sus playas son dos elementos fundamentales del tarro de las esencias que conforman nuestra tierra.
En la misma medida, se debe valorar la gran riqueza literaria existente en territorio andaluz. Ayer apareció un artículo referido a la horda de periodistas existentes en Puertollano, municipio enclavado cerca de Andalucía.
Sin embargo, la calidad manchega puede verse impuesta, y al mismo tiempo, altamente influenciada por la impronta que han dejado los mayores genios de la Literatura.
La Mancha habla, sueña y ríe con Don Quijote, Sancho Panza y Dulcinea del Toboso. Pero esa impronta cervantina extraída de las catacumbas sensoriales de Don Miguel de Cervantes van más allá de nuestras fronteras.
Observas el mapa de Andalucía y no solamente puedes situar elementos primordiales como Sierra Nevada, Sierra Morena, Despeñaperros o La Costa del Sol. También necesitas ubicar escritores e incluso sobran huecos por el talento desorbitado que existe.
Federico García Lorca, Luis de Góngora, Antonio Gala, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina, Vicente Aleixandre, María Zambrano, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado o Luis García Montero son algunos de los grandes tesoros culturales criados en territorio verdiblanco.
Los dos últimos mencionados son objeto de material musical por parte de cantautores. Gran parte de los españoles humanistas que quisieron derrocar al régimen a base de «versos» y «haciendo camino al andar» se aprendieron al dedillo gran parte de la obra poética de Antonio Machado gracias a Joan Manuel Serrat.
Sin duda, se trata de un método pedagógico por excelencia hacia un público que no ha terminado de descubrir la belleza que atesora la Poesía.
La misma unión entre Música y Poesía fue aplicada por el artista Quique González. Presentó precisamente durante el pasado mes de enero en el Teatro Central de Sevilla su nuevo repertorio musical centrado en el devenir literario de Luis García Montero.
Ante este cúmulo de circunstancias, solo podemos pedir que se eliminen los prejuicios hacia adjetivos de «vagos» o «paletos» hacia unos andaluces que derrochan Arte y Literatura por los cuatro costados.