El pasado jueves Turquía pudo haber dado una lección al mundo, un paso adelante, pero contrariamente, pero no fue así, y ha decidido retirarse por completo del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica.
El precursor de esta iniciativa ha sido Según Erdogan, quien asegura que el pacto de 2011, conocido como Convenio de Estambul, entra en conflicto con las tradiciones locales, además que, considera, las leyes turcas ya brindan una amplia protección a las mujeres.
Las decisiones y comentario de Erdogan siempre han sido puestas en entredicho. Por ejemplo, en 2018, frente a una pequeña niña vestida de soldado que lloraba desconsolada sobre un escenario pronunció estas palabras: “Si cae como una mártir la cubriremos con una bandera”.
La decisión ha sido condenada por la ONU, así como EE.UU. y la Unión Europea. Esto ha provocado una serie de avalanchas de `protestas feministas en todo el país. La retirada del convenio no solo desprecia los derechos de las mujeres, también desampara a las comunidades LGTBIQ.
Si bien, Erdogan ha prometido que los derechos de estas personas no quedarán desamparados, Fidan Ataselim, defensora activa LGTBIQ, ha asegurado que con estas decisiones «Estamos fortaleciendo aún más la lucha [contra la violencia] con nuestro nuevo plan de acción»
Finalmente, Agnès Callamard, experta francesa en derechos humanos y la relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales, criticó la secretaria general de Amnistía Internacional con estas duras palabras, “Turquía ha retrasado el reloj diez años para los derechos de las mujeres y establece un terrible precedente”.
