La desajustada situación que ha quedado en el panorama político tras las moción de de censura de Murcia ha dejado replicas similares en los partidos de PP y Ciudadanos en la Comunidad de Madrid. Ha llegado a su límite y, lejos de que muchos políticos bajen la cabeza y se centren en los asuntos que verdaderamente importan a los madrileños y las madrileñas, los eslabones claves del PP —Isabel Díaz-Ayuso y Pablo Casado— y de Ciudadanos —Inés Arrimadas e Ignacio Aguado— han decidido entrar a jugar la carta que mejor les identifica dentro del panorama político circenses de nuestro tiempo: una agrupación de mentiras dañinas e innecesarias en tiempos de pandemia como el que vivimos. La razón de esta forma de ser es ganar a toda costa las posibles futuras elecciones de la Comunidad de Madrid, rascar unos votos a costa de la frustración y la infinita paciencia de los muchos ciudadanos que contemplan a esta banda de políticos como un circo sin remedio.
Si Isabel Díaz Ayuso había declarado hacía tan solo un mes en el diario El Mundo que la convocación de elecciones en un momento tan sensible como este podría resultar “insensata y peligrosa”, ahora se arremanga la camisa y lanza la primera bola por el aro de fuego, asegurando que sus encuestas son muy favorables y la posibilidad de apretar el botón nuclear del adelanto electoral siempre ha estado ahí. Todo por el pueblo, pero sin el pueblo.
Siguen los malabares.
A los lectores no les sorprenderán —tal vez por su ya desarrollada infinita paciencia— las decisiones tomadas por la Presidenta, teniendo en cuenta que ya ha cometido numerosos deslices en este tiempo —otro más al año, no hace daño—, desde que que asume la responsabilidad democrática de su puesto. “Quiero que los madrileños sean los que elijan entre el socialismo o la libertad”, declaró al convocar elecciones, sin recordar que esta disyuntiva no es, evidentemente, cierta, ya que fue la del candidato socialista, Ángel Gabilondo, la lista más votada, y el pacto que aupó, legítimamente, a Díaz Ayuso al poder se fraguó en otros despachos y en conversaciones con Ciudadanos. A lo mejor se ha vuelto a despistar, y ahora Madrid no es España, o es España y es Madrid al mismo tiempo.
Doble salto mortal.
No podemos culparla, sus intenciones eran buenas, pues declaraba al diario El País que su “única preocupación es la vuelta al colegio, reforzar la sanidad madrileña y proyectos para reactivar la comunidad que presido”, tras criticar la irresponsabilidad de convocar elecciones en Cataluña. Ahora no solo habrá elecciones en Cataluña, muy probablemente, también las habrá en Madrid. ¿Quién sabe que piensa nuestra Presidenta?
Ahora entran leones.
Sin embargo, no todo son ataques a los despistes de Isabel Díaz Ayuso, desgraciadamente son varios los políticos que siguen con ánimo su comportamiento más díscolo. Por ejemplo, mientras Pablo Casado criticaba con dureza a Sánchez al decirle que “España se va a la ruina mientras su Gobierno se pelea”, el gobierno de la Comunidad de Madrid planeaba, en definitiva, su ruptura total para este miércoles.
¡Aún hay más payasos!
No son los únicos, en Ciudadanos ha pasado lo mismo. Por ejemplo, Inés Arrimadas no contaba, con que sus compañeros de partido, convocasen una moción en Murcia, apenas cinco meses después de declarar públicamente en la Sexta que “aquellos que presentan una moción de censura en plena segunda ola cometerán una irresponsabilidad y tendrán un problema moral”. Pensamiento ambigüo o pensamiento hipócrita, similar a la claridad con la que Aguado ve la irresponsabilidad de convocar elecciones en Madrid, como declaró ayer mismo en RTV, pero no ve en sus compañeros de partido murcianos.
Todo parece apuntar a que el circo se queda en la ciudad y que durante al menos unas semanas más disfrutaremos del agradable entretenimiento que nos ofrecen nuestros políticos de la derecha para olvidar las penurias que amargan, en estos tiempos difíciles, a todos los españoles. No hay nada tan grande como una pandemia que no puedan tapar las banderas de los manifestantes de VOX de Murcia el pasado 11 de marzo. No hay risa más cerca del llanto que la tener que vernos obligados a pasar, una vez más, un día en el circo.
