Tras un mes muy convulso en el Ministerio del Interior, Grande-Marlaska se ha enfrentado a una reprobación promovida por el PP.
La odisea en el Departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska desde junio de 2018 comenzó la noche del domingo, 24 de mayo. La directora general de la Guardia Civil cesaba de forma fulminante al coronel Diego Pérez de los Cobos. El Guardia Civil se encontraba al frente de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid. Esta división se encontraba al frente de la investigación sobre un presunto delito de prevaricación cometido por José Manuel Franco, Delegado del Gobierno en Madrid. En sus funciones de Policía Judicial, la Guardia Civil fue la encargada de este cometido mediante el encargo de la jueza Carmen Rodríguez-Medel, jueza instructora del caso. El informe se filtró unos días antes a la prensa, y no era muy positivo con Franco.
El cese saltó a las actualidad pública al día siguiente, y comenzaron las dificultades. En un principio, Grande-Marlaska atribuyó este cese a una «pérdida de confianza» y a un «proceso natural de renovación de equipos». La nota reservada del cese de Pérez de los Cobos parecía contrariar la versión del ministro. En dicha nota, se aludía a una «pérdida de confianza» por «no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento». Entre el cese de Pérez de los Cobos y la publicación de esta nota, también se hacía pública la dimisión del DAO Laurentino Ceña y el cese de Fernando Santafé, jefe del mando de operaciones.
La reestructuración de la Guardia Civil crispó el ambiente
Todas estos sucesos se acumularon en un período de menos de tres semanas, que colocaban en una posición muy difícil al ministro del Interior, a la Directora General de la Guardia Civil, María Gámez, y al Secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez. Pese a que inmediatamente el Gobierno mantuvo una línea férrea de defensa de la legalidad de las actuaciones, la oposición comenzó una estratregia muy fuerte en contra. VOX presentó una denuncia contra María Gámez y Rafael Ruiz, por presunta prevaricación y obstrucción a la justicia, que fue inadmitida a trámite.
Pero la estrategia más fuerte de la oposición se ha encontrado en su vertiente parlamentaria. El Partido Popular, Vox y Ciudadanos presentaron sendas proposiciones no de ley pidiendo la reprobación de Grande-Marlaska, por su actuación a este respecto. Además, las preguntas en las sesiones de control y las interpelaciones fueron exclusivamente por esta línea.
Estas PNLs aún no tienen fecha de debate. Lo que sí se ha debatido es una interpelación urgente del PP por la que se pedía la reprobación de Marlaska. Además, en un segundo punto instaban al Presidente del Gobierno a tomar en consideración dicha proposición «a los efectos de que proceda a cesar inmediatamente al ministro».
Grande-Marlaska ha salvado su reprobación
Esta moción, sin consecuencias legales, no ha prosperado. Han votado en contra el PSOE, Unidas Podemos y el PNV, absteniéndose ERC, Bildu y JuntsxCat. A favor se han situado el Partido Popular, Vox y Ciudadanos. Pero, pese al rechazo, Grande-Marlaska no se ha librado de las críticas. La mala comunicación de las actuaciones, la «represión» en Cataluña o las actuaciones de las FCSE han sido las principales. Cabe destacar que todo este debate se ha producido frente a su escaño vacío.
De esta forma, Grande-Marlaska y el Gobierno salvan el primer gran problema en el Congreso desde la formación de la coalición. El siguiente reto que el ministro tiene por delante es el cumplimiento del tercer tramo de equiparación salarial, así como la retirada de las medallas a los franquistas. También pretende crear un mando en la Guardia Civil dedicado exclusivamente a la inmigración.
