Adelantada a su tiempo, Clara Campoamor siempre luchó por los derechos de sus iguales, los de las mujeres.
Las calles del barrio de Malasaña la vieron crecer. Siendo muy pequeña, su padre falleció lo que la obligó a tener que trabajar desde los 12 años para poder ayudar a su familia. Trabajó como modista, dependienta, telefonista e incluso formó parte del Cuerpo de Telégrafos del Ministerio de Gobernación. A sus 34 años decidió saldar su gran cuenta pendiente: retomar sus estudios. Obtuvo el Bachillerado y, en 1924, se convirtió en la segunda mujer licenciada en Derecho en formar parte del Colegio de Abogados de Madrid.
Durante muchos años estuvo vinculada al Partido Socialista por sus ideas, pero nunca llegó a afiliarse a él. No soportaba que la formación colaborara con Primo de Rivera. Se afilió al Partido Radical, el cual se proclamaba como “republicano, liberal, laico y democrático”, ideales que Campoamor compartía. Tras declararse la II República en España, fue elegida diputada por la circunscripción de Madrid, en las elecciones de 1931. Se convertía así en una de las tres primeras mujeres diputadas del Parlamento español.
«Es imposible imaginar una mujer de los tiempos modernos que, como principio básico de individualidad, no aspire a la libertad»
Nunca dejó de defender los derechos de la mujer y la libertad política. Desde la tribuna del Congreso luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, y el divorcio; pero sobre todo luchó para lograr el sufragio universal. Le costó su carrera política. Siempre mantuvo el “si” para el voto femenino y protagonizó uno de los debates más importantes de la historia de nuestro país con Victoria Kent, quien siempre le reprochó que darle el voto a las mujeres supondría otorgárselo a la Iglesia y a sus maridos. Premisa que se cumplió. El voto femenino fue aprobado y dio la victoria a la derecha. Ni ella ni Victoria Kent fueron reelegidas como diputadas. Intentó continuar en política, pero la izquierda la rechazó. “Mi pecado mortal”, así lo calificó la diputada en una de sus obras.
Con el estallido de la guerra en 1936, tuvo que exiliarse sin saber que jamás volvería a pisar España. Lo intentó, pero sobre ella pesaban grandes cargos. Dedicó sus últimos días a escribir. En 1972, Clara Campoamor falleció víctima de un cáncer en Suiza. Nos dejó sus palabras en forma de discursos y obras, pero sobre todo nos dejó los primeros pasos del feminismo y la lucha por los derechos de la mujer, que más de 30 años después de su muerte sigue tomando las calles.
