Actualmente el abandono escolar se sitúa en el 17,3% y el paro juvenil en el 30%. En los 40 años de democracia ha habido ocho leyes educativas distintas. Casi cada nuevo Gobierno, con políticas totalmente ideológicas y nada tecnócratas, han hecho cambios sin ningún tipo de consenso con la comunidad educativa.
Ahora aparece Isabel Celaá que, a parte de hacer una propuesta ley sin ningún tipo de consenso, ataca a la concertada y quiere eliminar los centros de educación especial al proponer matricular a niños con discapacidad intelectual a centros ordinarios en unos diez años, que tanto ayudan a los que lo necesitan. No lo ha consultado con ninguna asociación de pedagogos o psicólogos. Leyes basadas en ideología.
Además de lo mucho que se puede mejorar la educación, tampoco no creo que se tenga que ser pesimista, ya que, en comparación con otros países, en España, nazcas donde nazcas, accedes a una educación. Esto es un logro. Hay grandes profesionales y hay que estar orgullosos.
Pero entrando en materia más técnica, ¿Por qué hay tanto abandono escolar? ¿Por qué muchos alumnos no tienen interés para aprender? Algo se está haciendo mal. Es evidente el que el entorno socioeconómico y la desigualdad influye. Pero no nos engañemos. ¿Los educadores qué? Creo que hay que cambiar la perspectiva y poner encima de la mesa la manera temas que no se abordan tanto, como la capacidad y formación en comunicación del profesorado.
El sistema educativo tiende a mirar primero al alumno cuando este no atiende a clase o se distrae pero no observa si el profesor está comunicando bien o cautivando la atención de la mejor forma. A mi parecer, creo que sería interesante que en las facultades de Magisterio estudiaran mucha más retórica y que, antes que educadores, sean cautivadores. No existe aprendizaje sin atención y, si consiguen cautivar la atención, el desarrollo del alumno puede ser mucho más alto. No es suficiente sólo con la buena voluntad, en las plazas educativas, deben estar los mejores comunicadores.
La educación tiene que ser integradora, y el alumno tiene que ser el valor más importante del sistema. Por eso, desde mi punto de vista creo que es importante repensar la comunicación en las aulas y crear unas leyes educativas tecnócratas y de consenso con una mirada a largoplacista.