“Hay personas que piensan que Messi es el mejor de la historia, pero no se dan cuenta de lo que no tiene. ¿Cómo se puede comparar con alguien que cabecea bien, que dispara con la izquierda y la derecha, con otro que sólo chuta con la izquierda, que sólo tiene un regate y no cabecea bien? ¿Cómo se pueden comparar?”, según Pelé.
Hablar de Lionel Andrés Messi Cuccittini suena ya a tópico, tratar de contaros algo que no se haya dicho es casi imposible. Y es que Messi sigue alargando su legado futbolístico jornada tras jornada. Sin irnos muy lejos, el sábado pasado el Sevilla sufrió en sus propias carnes –una vez más- el tremendo azote del argentino. Para vencer al FC Barcelona con la cantidad de estrellas que llega a alinear y -aun así- deja en el banquillo tienes que hacer un partido perfecto. El equipo de la capital hispalense estaba regalándole al espectador una de esas tardes mágicas en Nervión, hasta que apareció él. Hat-trick, una asistencia y tres puntos para dejar a su equipo líder en solitario.
50 hat-tricks, 585 goles con el FC Barcelona (408 en liga, 106 en Champions League), 65 goles con la selección argentina, en total 650 goles en 797 partidos teniendo un promedio de 0,81 goles por partido. Máximo goleador histórico del FC Barcelona y de la selección de su país, máximo goleador de la historia de LaLiga, segundo máximo goleador de la Champions League, jugador con más goles oficiales en un año natural (91 goles). En la presente temporada: máximo goleador de la LaLiga (25 goles), máximo asistente de la misma (11 asistencias), segundo máximo goleador de la Champions League (6 goles). A todos estos datos individuales se le suman 5 balones de oro, 5 botas de oro y muchas más distinciones. Sin contar sus títulos colectivos y dejando atrás muchos más datos que avalan su figura en este deporte.
Su lugar en el Olimpo futbolístico es toda una evidencia, a sus 31 años, Messi ha vapuleado un sinfín de récords que harán que su nombre jamás sea olvidado. Pero el fútbol es mucho más que estadísticas, los datos son capaces de engañar a aquel que no vio el partido o no ve fútbol. Son importantes, sí, aunque no lo son todo. El efecto que causa el fenómeno Messi va más allá de lo que se puede percibir por los ojos. Verlo parado en una esquina, sin ninguna preocupación aparente provoca un temor que recorre la espalda de sus adversarios.
Cuando agarra la pelota el mundo se detiene. Todos le observan expectantes, pues la sensación de que algo va a ocurrir va en el precio de la entrada por verle jugar. Él se divierte como un niño, al final está jugando. Su efecto traspasa las fronteras del deporte y tiene cabida en el mundo de la comunicación. Messi no solo es el mejor futbolista de la historia, si no un gran comunicador. No articula palabra, pero su dominio de la comunicación no verbal es sublime. Expresión tranquila, sin ningún tipo de presión, su rostro habla muy bien por él.
No nos olvidemos que su fútbol es una manifestación artística en toda regla y ésta un excelente modo de comunicación. Messi se pasea por el terreno de juego despreocupado, hasta que el balón vuelve a casa, vuelve a los pies del argentino. Entonces, baila al son que él crea correspondiente. A veces prefiere acelerar, otras parar el tiempo. No solo baila, también pinta trayectorias de balón imposibles para cualquier jugador. Esculpe jugadores que van quedando petrificados tras su paso. Messi habla con el balón ‘pegadito’ a sus pies, ambos se aman y son felices cuando están juntos.
Ríe bastante alegre. Mantiene intacta su niñez, aunque no elude las responsabilidades que sus compañeros abogan en su figura. En situaciones límites ves a cualquier jugador en fase de creación, con el marcador en contra y el tiempo a punto de consumirse. Levantan la cabeza y ven a su izquierda a un compañero libre, con el miedo en sus ojos, temblando de los nervios. Por lo contario, a su derecha está él, tranquilo, como si fuese un partido de entrenamiento. La quiere, con cifras disparatadas de espectadores que clavan sus ojos en sus quehaceres, le miras a sus ojos y parece decir: “tranquilo, todo va a ir bien”. Ahí te das cuenta de lo charlatán que en realidad es Messi. Hay que saber leerle.