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El año del humanismo

El triunfo del más humano, una lección de humildad, basada en una ética de trabajo encomiable y, por su puesto, un talento al alcance de unos pocos elegidos. Modrić, el primer croata en ganar un balón de oro.

El balón de Oro, un premio otorgado por la prestigiosa revista France Football, de 2018 fue para el croata Luka Modrić. El jugador del Real Madrid consiguió alzarse con la Champions League de la temporada 2017/18, la tercera ‘orejona’ consecutiva. Tres de las cuatro últimas ediciones de la competición más prestigiosa del continente europeo (a nivel de clubes). Las vitrinas de la ‘casa blanca’ hicieron, por difícil que pueda parecer, sitio para su decimotercera copa de Europa. El equipo que acapara el mayor número de trofeos de esta índole.

Su temporada, con el conjunto blanco, se salvó con el alza del trofeo más importante de la temporada sobre el cielo de la capital ucraniana, Kiev, en el Estadio Olímpico. Por lo demás, seguimos hablando a nivel de clubes, la temporada ha sido decepcionante. No tanto a nivel individual, pero sí a nivel grupal. Terceros en LaLiga Santander, eliminados en la Copa del Rey en cuartos de final frente al Leganés. Muchas luces y sombra en una temporada tan importante para el croata. 

En su selección, capitán y estandarte, timonel y la figura más importante del país junto (a su rival en España) a Rakitić. Clasificados para el torneo más importante de la temporada, será porque se celebra cada cuatro años, será porque te otorga la gloria mundial. No es el caso.

Sin embargo, en la repesca le tocó bailar con Grecia, una selección inferior al buen grupo de futbolistas que tiene el país capitaneado por el Ballon DOr 2018. En definitiva, no fue rival, lejos de la sombra de aquella Grecia campeona de la EuroCopa de 2004 en Portugal, contra la anfitriona.

Croacia llegó a la final del Mundial 2018 de Rusia, tras realizar una magnífica fase de grupos. Un grupo de jugadores excepcionales, alternando juventud y veteranía. Una vez que entra en las fases finales, los croatas llegarían a la final sin ganar ni un solo partido en los 90 minutos. Un despliegue físico brutal.

Estos jugadores dieron todo en el terreno de juego, más allá de conceptos técnicos y tácticos; Croacia jugó con el corazón. Representaron de la manera más digna posible a los casi 4 millones y medio de habitantes que configuran la población croata. Su fútbol y sus valores cautivaron a todos los románticos de este deporte.

Invicta y con la ilusión de un pueblo, Croacia se plantaría en la final contra Francia, quizás la selección con mayor potencial y que a todos nos dejó la misma sensación: ganó sin desplegar todo su talento –existente y a raudales- durante el campeonato. El sueño croata se esfumó con un subcampeonato que supo a gloria eterna, acababan de escribir con tintas de oro en las páginas de la historia de su selección.

A partir de aquí, comenzaría un camino repleto de títulos individuales (y una campaña mediática en su favor) para Luka Modrić. Ganó el título individual de mejor jugador del Mundial de Rusia 2018.

Posteriormente, el ‘10’ del Real Madrid y de la selección de Croacia (además de capitán de su país) conseguiría ser proclamado como: Premio UEFA al mejor jugador en Europa y el premio ‘The Best’ de la FIFA. Con la consecución de todos estos premios, la gente se percató de que existía vida lejos de Cristiano Ronaldo y Leo Messi, como acaparadores de todas las distinciones individuales. Así, es cuando el espectador comienza a idolatra al jugador más ‘humano’. Está cansado de adorar a la figura divinizada de Messi, o la súper figura de Cristiano Ronaldo. El amante al fútbol da un paso al frente y pide un cambio, se da cuenta que el Balón de Oro no se otorga al mejor jugador del mundo, en este caso sería siempre Messi, sino al mejor jugador del año.  

Por ello, se da un proceso involutivo y volvemos a un período de tiempo enmarcado entre los Siglos XIV y XV, donde se produce esa ruptura de la imagen divinizada que había acaparado la atención central de la sociedad y se pasa a la exaltación de las cualidades propias de la naturaleza humana, en este caso en el mundo del fútbol: la vuelta al humanismo.

La gente se ha cansado del oligopolio del único Dios futbolístico Messi y del ‘Superman’ futbolístico Cristiano Ronaldo. Y aunque, han seguido haciendo méritos para ganar el -tan laureado- premio, la simplicidad del croata (y sus méritos colectivos e individuales) le ha llevado a ser el elegido para acabar con una década de tiranía impuesta por un argentino y un portugués. Su sencillez, humildad y buen fútbol al colectivo han provocado que un premio basado en la subjetividad decline la balanza en el más ‘humano’ de todos los candidatos. El menos mediático, el de menor carisma.

Bien, la decisión -como todas las que se basan en la subjetividad- ha acaparado un gran número de críticas. No solo el hecho de arrebatar el premio al máximo goleador de la Champions League, campeón y jugador más decisivo del campeonato: Cristiano Ronaldo. Ni tampoco por el hecho de mandar a la quinta plaza al mejor jugador del mundo –y para mí de todos los tiempos-, bota de oro, campeón de LaLiga Santander y la Copa del Rey: Leo Messi.

Sino que, los vecinos madrileños del croata apostaban ciegamente por el ‘7’ de Francia y del Atlético de Madrid: Antoine Griezmann. Los aficionados colchoneros –principalmente-, y los que no lo son, han visto un fraude al ganador del trofeo.

Sus razones se basan en cifras y datos, pues, el jugador estrella del equipo ‘rojiblanco’ ha conseguido más títulos (entre ellos el más importante de la temporada: la Copa del Mundo), más goles y un mayor número de asistencias. Hechos que, para muchos, deberían haber sido suficientes para que el francés se convirtiera en el primer jugador del Atlético de Madrid en ganar un Ballon DOr. Todo apuntaba que sería el francés, pero paradójicamente el subcampeón del mundo se haría con el tan prestigioso trofeo.

Un premio que desde hace bastantes años ha sido fuertemente devaluado, algunos se acogen a la primera enmienda: “Todo premio que acredite ser el mejor jugador del mundo debe ser para Messi”. Los más conspiradores afirman que ser un protegido por Florentino Pérez ha sido decisivo –una auténtica estupidez-. Y luego están los que –como yo- les cuesta dar credibilidad a un premio que no llegaron a ganar ni Xavi ni Iniesta con un mundial, o Franck Ribéry con un ‘sextete’.

Aunque, sin ninguna duda me acojo a la primera enmienda, ya mencionada anteriormente. En definitiva, coincido con el bueno de Luka, “la gente ahora quería buscar algo diferente”. Sin ninguna duda el croata ha hecho méritos para la obtención de un premio que, siguiendo sus declaraciones en la gala, “creo que esta noche es una victoria para el fútbol”. Pero, puntualizo estas últimas palabras: ‘es un éxito para el buen fútbol colectivo’. Nada de cifras. El triunfo de la sencillez.

 

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