El astro argentino se sincera junto a Jordi Évole tras varios meses de silencio
Navidad suele ser época de discursos. Monarcas, presidentes, mandatarios y un sin fin de altos cargos, salen a hacer un repaso del año que nos ha acontecido y a dar ánimos a la población de cara al año que llega y donde siempre hay cosas que mejorar.
En época de echar la vista atrás y fijar nuevos objetivos, Leo Messi decidió hace un par de semana sentarse junto a Jordi Évole y sincerarse. Romper el silencio que comenzó a guardar desde hace algo más tres meses cuando, en esta ocasión junto a Rubén Uría, confesó que finalmente continuaría en el Barcelona.
Algo ha tenido que cambiar desde ese 4 de septiembre porque poco queda de la mirada triste del argentino, ahora asegura estar bien e ilusionado por pelear a lo largo de la temporada y estas declaraciones se vuelven convincentes cuando una persona reserva, que transmite más por sus gestos que por sus palabras, sonríe de manera constante durante algo más de 75 minutos de charla.
«El club está realmente mal, está muy mal»
Al igual que sobre el terreno de juego, las declaraciones de Leo Messi, por lo general, fueron cortitas y al pie, nada de balones largos que pudieran dar lugar, en esta ocasión, a interpretaciones erróneas. «El club está realmente mal, está muy mal, y va a ser difícil volver a estar donde estábamos», señalaba con contundencia el «10» del Barça.
“El club está realmente mal. Y va a ser difícil que vuelva a estar donde estaba”.#MessiÉvole pic.twitter.com/698b5Rqmhh
— Producciones del Barrio (@delbarriotv) December 27, 2020
Elegante como el que más, el argentino no quiso ensañarse, cosas que muchos esperaban con ansia, con su ex presidente, Josep María Bartomeu. Aseguró que el que fue el máximo dirigente el FC Barcelona durante algo más de seis temporadas le engañó en muchas cosas durante muchos años, pero sin intención de hurgar más en una herida que aún sigue abierta, Leo Messi decidió pasar palabra y no difamar sobre una persona que si ha difamado contra él con la intención de convertirlo en el malo de una película que ya tenía su propio villano.
Leo Messi y Barcelona, una relación de amor
«Tu por esta camiseta, ¿Qué sientes todavía?», le preguntó el entrevistador catalán a la vez que recogía la elástica con el 10 a la espalda que el argentino acaba de firmar para su hijo Diego. «Todo», respondió conciso el argentino asegurando a su vez que el Barcelona es su vida.
El rosarino lleva 20 años residiendo en la Ciudad Condal y vistiendo la camiseta blaugrana desde los 13 años. Sus hijos, aquellos que le hacen levantar renegado del sofá, pero los que le iluminan la mirada cada vez que habla de ellos, son catalanes de nacimiento. Considera que el Barcelona le ha formado como jugador y como persona, por ello lo suyo con el Barcelona, para él, es una relación de amor.
Por eso, entre otras muchas cosas, se ha sentido dolido de que muchos dudarán de él y su barcelonismo. Del Barcelonismo del jugador que a día de hoy porta el brazalete de capitán y que asegura que cuando se lleva la mano al escudo tras un gol no es postureo, «soy como soy y tengo las reacciones que tengo, hago lo que me sale del corazón».
Fuente: FCBarcelona
Algo muy obvio también es que hecha de menos a la afición. «No es lo mismo venir al Camp Nou y que esté el estadio a reventar, a que salga el equipo y no haya nadie», asegura el argentino señalando que esta sensación horrible, del fútbol sin público, también puede ser una consecuencia de la irregular temporada que se está viviendo.
«No tengo nada claro hasta que termine el año»
El próximo 1 de enero, el contrato de Leo Messi con el Fútbol Club Barcelona expira y el argentino, de manera inmediata, se convertirá en agente libre, pero la posibilidad de abandonar el club en el mercado invernal no es una opción.
La pregunta del millón. Y la respuesta. #MessiÉvole pic.twitter.com/3B2M9SwROJ
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Aún no tiene claro que ocurrirá con su futuro, pero si dijo con gran certeza que si tuviera que volver a enviar el Burofax lo volvería a hacer porque «es una manera de formalizarlo y hacerlo oficial». No existe un momento exacto que hiciera a Leo Messi plantearse su salida, considera que esa decisión vino dada por la serie de acontecimiento que se han venido dando a lo largo de estos últimos años, entre ellas las dolorosas eliminaciones en Champions.
Consideraba que era el momento de dar un paso al lado, que su ciclo estaba cumplido y que su cabeza necesitaba alejarse de todos los líos que había ya en el club y de aquellos que estaban por venir. A sabiendas de que ante el juez tenía todas las de ganar, tal y como aseguró en septiembre, no quiso acabar su historia con el club en los tribunales.
Ahora, no quiere mojarse por su futuro, ni sobre el presidente que entrará, pero si está seguro que quien mejor le ayudaría a tomar la decisión sería el soberano público del Camp Nou. Aunque también podría ayudarle un proyecto encabezado con Xavi Hernández ya que ante la pregunta de Jordi Évole sobre la llegada del técnico de Tarrasa, el argentino no pudo reprimir una de esas sonrisas que delatan.
Lo que si echa en falta Leo Messi ahora en el presente y de cara al futuro es gente de la casa. El astro argentino incidió de manera reincidente en la ausencia de jugadores formados en el club y que años atrás fueron pilares fundamentales de la institución. De hecho, de la casa también fueron los que para él han sido los dos mejores entrenadores que ha tenido, Pep Guardiola y Luis Enrique, quienes considera que fueron los artífices de formar al jugador extraordinario que es hoy.
El Messi más humano
Es difícil comprender como, tras 20 años en el club, muy poca gente tenía el privilegio de conocer a uno de los mejores jugadores del mundo. Ayer, Leo Messi se quito esa coraza que se forman las personas reservadas que intentan guardar lo máximo posible su intimidad.
Al tanto de la actualidad, es consciente de la situación por la que está pasando el mundo en este año que el considera «de mierda». Estos días ha regresado argentina donde le espera su familia, allí residen sus padres aquellos que hicieron siempre lo posible para que en su infancia no les faltara de nada y que le ayudaron a cumplir un sueño.
Un sueño, que le ha convertido en una de las personas más buscadas del mundo. Y, aunque se siente afortunado por ser quien es y tener la vida que tiene, querría de vez en cuando volver al anonimato para gozar de una vida «normal», aunque él mismo considera que su vida no es nada exótica e incluso la considera monótona, pero suficiente. Porque en su mirada y en su forma de hablar deja claro que sus mejores trofeos no los ha logrado en la cancha, sino que los tiene en casa con su mujer, Antonella, y sus tres hijos, Thiago, Mateo y Ciro, aquellos que le invaden la cama o le buscan para jugar a los videojuegos.
