Las Rozas y el Real Madrid Castilla empatan (1-1) en el debut de los locales en Segunda División B y en el inicio de Raúl González como entrenador de los visitantes.
Ambiente de fútbol. Iniciada la temporada en Segunda B por parte de Las Rozas y el Real Madrid Castilla, las aficiones de ambas entidades se reunían en torno a las 11:00 de la mañana, deseosas alrededor del Polideportivo Municipal Dehesa de Navalcarbón con diferentes objetivos: los locales volver a disfrutar con los suyos, los visitantes contemplar la icónica figura de Raúl González Blanco, técnico del Castilla. De hecho, la afición local también buscaba un poco de contacto con la leyenda del Real Madrid; esperaba, junto a la afición madridista, la llegada del español, con la firme intención de recibir sus saludos y, si cae, alguna firma.
Comenzaba a aglomerarse la gente alrededor del estadio, conscientes de un sueño que por fin se ha hecho realidad: el debut de los locales en la categoría de Segunda División B. Muchos medios de comunicación se encontraban retransmitiendo un encuentro en directo, totalmente marcado por la presencia de Raúl, al que se le entregó una placa conmemorativa por lo que ha significado en Madrid minutos antes de comenzar el encuentro, ante los vítores y aplausos de la afición. Fue comenzar el choque y salir Las Rozas como un auténtico torbellino a presionar, un equipo que, durante la pretemporada ha competido sin perder con rivales de entidad como el Albacete o el Rayo Vallecano. El Real Madrid Castilla, se encontraba apabullado ante los ataques de los azulones.
Un peligro de apellido Blanco
Sinónimo de peligro era el nombre de Rubén Blanco, ex jugador del Rayo Majadahonda; no había hueco sobre el campo en el cual no estuviera interviniendo el futbolista. Para más inri, la primera ocasión del encuentro llegó de sus propias botas, después de pescar, de manera acrobática, un balón llovido en el área; el remate fue directamente a la escuadra pero, Altube, que voló, no permitió que subiera el hipotético tanto al marcador. Más tarde, se sumó, a la banda para meter un balón al área chica completamente peligroso ante los ojos del guardameta visitante; a punto estuvo de mandar el esférico al fondo de la red Samu Villa. La pesadilla del Castilla, curiosamente, llevaba de apellido Blanco. De lo mejor de la primera mitad, un jugador veterano, que sabe lo que significa colaborar en plantilla. El perfil tipo que busca todo entrenador: participativo y contundente arriba; un rodillo.
Javi y Fidalgo: dos balas en zona ofensiva
Raúl motiva a su equipo / Fuente: Web oficial del Real Madrid
Lo más destacado del Real Madrid Castilla durante la primera mitad fueron dos nombres, dos talentos, que buscan siempre animar a los suyos. Javi Hernández y Álvaro Fidalgo, quienes tenían la firme intención de sacudir el partido. A punto estuvo Hernández de lograr el primero de la mañana tras una internada al área, pero Isma tenía otros planes. Achicó bien el meta. El resto es mejor dejárselo a Fidalgo, que tiene algo, algo que entusiasma, algo que le hace destacar ante el resto. Los pases del jugador despistaban de manera continua a la zaga defensiva de Las Rozas. No obstante, a excepción de un magnífico pase entre dos defensores para dejar solo a Latasa, invalidado por un dudoso fuera de juego, no llegó a apreciarse mucho más de su calidad. Dos jugadas más pusieron en duda el cuestionamiento del árbitro: un posible penalti a Hernández en el área que quedó en falta y un gol anulado a Las Rozas que, al parecer, debía haber subido.
Emocionante segunda parte
Si el árbitro fue juzgado en la primera mitad, en la segunda lo hizo de maravilla. Anuló un gol del Castilla que adelantaba a los visitantes; bien anulado. El ambiente dentro y fuera del estadio (alrededor de mil aficionados, según Agencia EFE) comenzaba a caldearse. Dentro, se adelantaba Las Rozas por mediación de Álvaro Sánchez, que cruzó el remate tras una magistral jugada de Rubén Blanco (acabó abandonando el verde a los diez minutos de la segunda parte). Lolo, el Vicente Moreno de Las Rozas, que ha logrado subir de manera consecutiva a su equipo hasta la categoría de bronce, vociferaba a los suyos, temeroso por que bajaran el ritmo. No fue así, pero el conjunto de Raúl González sí metió una marcha más. El empujón de los madridistas terminó con una ocasión de saque de esquina, que acabaría subiendo al marcador gracias a un remate de cabeza de Jordi, que se elevó por todo lo alto para lograr empujar el balón al fondo de la red. Empate en Navalcarbón.
Fuera del terreno de juego, las aficiones empezaban, lamentablemente, a chocar de manera verbal. Comenzaban a calentarse entre ambas: «¿Y tú defiendes un escudo?«, preguntaba una aficionada local a un joven visitante después de finalizar, lo que parecía ser, unas desagradables maneras de increpar. Nada que reseñar. Sigan jugando. El juego peligroso en el campo empezaban a acumularse, afortunadamente, fue perfectamente apaciguado por la seguridad y el buen hacer del árbitro. Fundamental.
Empuje sin premio del Real Madrid Castilla
En la recta final del encuentro, el Real Madrid Castilla fue a más. Las jugadas a balón parado de los visitantes no dejaban de acumularse, y todas peligrosas. Se mostraba seria y contundente la línea defensiva de Las Rozas, que anuló la posibilidad de gol de los madridistas. En los compases finales del encuentro, Las Rozas estuvo a verlas venir; si bien es cierto que también gozaron de firmes y clamurosas oportunidades en ataque. Estaba la victoria decidiendo con quién de los dos quedarse sin decantarse por nadie. No parecían los equipos ser del gusto de esta.
Marvin, en una de las acciones de la segunda parte / Fuente: Web oficial del Real Madrid
Marvin, que salió para la segunda mitad, fue el más llamativo del conjunto que dirige Raúl González. Quería jugar, con y sin balón. Pero es cierto que no le dejaban hacer. El corazón en un puño en la recta final. Ocasión tanto para unos como para otros. Fran García pudo dar la victoria a los visitantes, pero despejó la defensa local para montar una contra que casi hace buena Álvaro Sánchez. Se lamentaban en las gradas. Fin del partido (tras cuatro minutos añadidos, en una pantalla mostrada al público con el número al revés; una pequeña anédota final entre risas). Empate a uno. Empate justo. Gran partido de ambos conjuntos.
