Tras la marcha de Banega hace ya dos temporadas, el sevillismo añora ese perfil de jugador franquicia en el que confiar cuándo la situación se vuelve cuesta arriba
Este artículo no es una añoranza a Don Ever Maximiliano Banega, pues si bien se trata de una leyenda de este club, fue ya hace más de dos campañas cuando decidió emprender camino a tierras árabes para terminar su carrera rodeado de «petrodólares». Si bien, su marcha ha dejado huérfana a la afición sevillista de ese futbolista al que todos miran cuándo aparecen las dudas.
En la dolorosa derrota de ayer en casa frente al Lille, se vio reflejado en el segundo tiempo, cuando las piernas tiemblan, Nervión miraba al césped y no encontraba un motivo para creer en la remontada. Por mucho Fernando que sea, no podemos pedirle al brasileño que lleve la pelota hasta el área rival. Por muy «pelotero» que sea Jordan, no es el tipo de jugador que te acapare la pelota para poder someter al equipo rival. Por muchos destellos que deje Suso, nadie espera a estas alturas esa continuidad minuto a minuto. Y por mucha garra que tenga Ocampos, no voy a descubrir yo ahora que ni por su cabeza ni por sus pies pasa el mejor fútbol. Nervión busca todo ello aunado en un futbolista, pero no lo encuentra.
Quizás con el fichaje del Papu, Monchi vio en el argentino esa figura de jugador insignia. Y es que en el fútbol, desde los equipos provinciales hasta los profesionales, poseen en su plantilla ese jugador al que todos se la echan cuando nadie la quiere. Porque por muchos esquemas, pizarras y estilos varios, a veces este deporte se reduce a la simpleza de dársela al bueno. Y el Sevilla anda sobrado de buenos futbolistas, muchos de ellos estrellas mundiales, pero a la hora de mirar para arriba, cuando se vuelve gris el partido, nadie coge la manija, nadie busca a nadie, porque ese alguien no existe.
«Echársela a Banega» se podía oír en las gradas del Sánchez-Pizjuán en muchas noches pasadas en las que que tocaba remontar. Y a través de ese hombre el equipo se escudaba, aportando al resto de jugadores la frialdad, la frescura y la claridad de ideas necesarias para asediar el área rival, y en muchas ocasiones darle la vuelta a ese resultado. ¿A quién se la echamos ahora? Nervión sigue en la búsqueda del nuevo profeta.
