Reparto de puntos en Ipurua tras los goles de Roque Mesa, desde el punto de penalti, y de Kike Pérez tras asistencia de Bryan Gil.
Creer es poder, ya sea en el deporte o en el día a día. Sergio González buscó ese convencimiento en su plantilla para revertir la situación actual y clarificando en ruedas de prensa si los jugadores seguían confiando en su cuerpo técnico. Masip y Weissman, a lo largo de la semana, confirmaron que Sergio es el técnico adecuado para lograr la permanencia. Qué iban a decir si no, pero muchas veces, creer no es suficiente y hay que actuar con sentido, justamente lo que le falta al Real Valladolid. Un equipo sin ideas y sin rumbo.
Una reacción efímera
Los vallisoletanos están en fase de noqueo, ni compite contra los conjuntos de la parte más alta de la clasificación ni contra rivales directos. Encajan golpe tras golpe sin saber reponerse a ellos. A Sergio se le ha nublado la vista y ya no tiene la capacidad de defenderse, un síntoma que ha adquirido su equipo y cuyas principales debilidades se han expuesto al completo.
Sin embargo, las declaraciones recientes del técnico catalán parecían haber surtido efecto con el objetivo de que la crítica no fuese dirigida a ellos tras la última derrota, asumiendo Sergio ser el centro de la diana. Contra todo pronóstico, el Real Valladolid salió con una mentalidad ganadora en los primeros minutos del partido. Guardiola provocó un penalti a Arbilla tras intentar recortarle. Motivado debía estar el ‘7’ por jugar en Ipurua, el estadio en el que hace dos temporadas dio su primer paso para definirse como el ángel de la salvación de su equipo. En ese 1-2 logrado, Guardiola fue vital para remontar el resultado en el descuento al provocar un penalti y lograr el gol definitivo. Esta vez no asumió el protagonismo desde los 11 metros, siendo Roque Mesa el autor del primer y único gol blanquivioleta.
Bryan Gil, un rara avis
Los metros que iba ganando el Real Valladolid a consecuencia de la confianza por el 0-1 inicial fueron un espejismo durante el resto del encuentro. El Eibar, a base de despliegue de los laterales y de la personalidad de Bryan Gil, se agigantó con el paso de los minutos. El centro lateral, ese punto débil que cada vez es más explotado por los rivales del Valladolid, fue el principal arma para buscar el empate. Rafa Soares y Pozo dejaban desprotegida su posición para obligar a los extremos rivales, Jota y Orellana, estar más pendientes de ayudar a sus laterales y reducir la posibilidad de contragolpes decisivos. Kike García era el destinatario de todo tipo de balón pero no tenía fortuna en sus primeras acciones. El empeño nunca falta si se trata de un equipo de Mendilíbar, y a la tercera llegó la recompensa del delantero del Eibar tras un templado envío de Bryan Gil.
El Real Valladolid no existió a partir del empate de Kike García. Falto de ideas la alineación de Sergio y de jugadores que rompan con lo previsible, la segunda mitad únicamente servía para evitar un nueva derrota. Tampoco arriesgó el Eibar tras el 1-1 a pesar de la insistencia de Bryan Gil por atacar y atacar. El extremo andaluz es un rara avis en Ipurua, cuando el partido pedía tranquilidad, él se asentaba como agitador con una verticalidad persistente. Pero sus intentos se quedaron en el olvido y sus compañeros no llegaron a su sintonía. Lo más destacado de los últimos 45 minutos sería una mirada de Weissman que rompía espejos dirigida a Sergio tras ser sustituido. Un punto que sigue sin solucionar nada en Eibar ni en Valladolid.
FICHA TÉCNICA
Eibar: Dmitrovic; Pozo, Oliveira, Arbilla, Rafa Soares (Cote 64’); Diop, Edu Expósito, Inui, Bryan Gil; Sergi Enrich, Kike García (Muto 79’).
Real Valladolid: Masip; Luis Pérez, Bruno, Rubio, Olaza; Roque Mesa (Míchel 89’), Kike Pérez, Orellana, Jota (Janko 74’); Sergi Guardiola, Weissman (Kenan Kodro 68’).
Goles: Roque Mesa (0-1, 7’); Kike García (1-1, 23’).
Árbitro: Díaz de Mera.
Estadio: Municipal de Ipurua.
