El combinado nacional volverá a citarse con la historia ante Argentina tras haber ganado épicamente al conjunto australiano en un partido muy ajustado.
Cómo diría Andrés Montes: «porque la vida, puede ser maravillosa». Ese fue el pensamiento de muchos españoles cuando a las 12:20 se confirmó el pase de la selección española a la final del Mundobasket 2019. Siempre gusta pisar una final y más si los chicos de Scariolo sufrieron dos varapalos mundialistas en 2010 y 2014. Sin embargo, la victoria sabe mejor que una tortilla de patatas después del sufrimiento ante Australia.
Era bien sabido que faltaba acierto en ataque por las imprecisiones de Marc, la lentidud a la hora de atacar en estático o el exceso de individualismo de Ricky Rubio. Los defectos relucieron durante la primera mitad. Cuando los aficionados nos resignábamos a asumir una derrota que parecía más segura, las paladas suaves, pero continúas acabaron desembocando en una igualdad no apta para cardíacos. Los últimos tiros libres en el cuarto final y en la primera prórroga sostuvieron en pie al equipo español. La diosa Fortuna compensó los miles de fallos cosechados durante el tiempo reglamentario.
El despegue definitivo llegó en una prórroga en la que el equipo gozó de sus plenitudes físicas. La fluidez de cara al aro y la asfixiante defensa acabaron con un muro que se perfilaba como imposible de derribar. Podemos definir este encuentro y sobre todo, la actuación de Marc Gasol, como una metáfora de la temporada. Los primeros cuartos resultaron titubeantes en los que fueron totalmente a remolque se convirtieron en una actitud ejemplar de disfrutar remando en el sufrimiento.
Selección Española de Baloncesto tras la semifinal contra Australia / Fuente: @BaloncestoESP
Servidor no duda del corazón y del coraje impuesto durante el encuentro. No obstante, se deben corregir los posicionamientos y la rapidez a la hora de anotar de interior. La crítica en plena euforia ayudan a la búsqueda de la excelencia. Es cierto que este conjunto no tiene el talento del plantel que venció en Japón, pero ha demostrado de sobra que existe plantel para vencer con contundencia.
Sin duda, esta hipótesis resulta complicado desde la barrera. Hay encuentros complicados. Además, de poco sirve dejarse la piel en la primera parte para sudar sangre de forma agónica careciendo de oxígeno. Por lo tanto, puestos a elegir, uno prefiere un rendimiento paulatino que te permita llegar al máximo en los instantes finales. Ante esta tesitura, podemos llegar a la siguiente conclusión: el aumento de ola de rendimiento no debe ser obstáculo para que el exceso de imprecisiones imperen en la pista.
Siendo consciente de esta afirmación, el equipo español se ve en la obligación de buscar la perfección, ya que se encuentran en la cima de su puesta en escena de sus cualidades. Argentina espera y ellos no perdonaron ni un ápice en su encuentro ante los galos.
